martes, 24 de mayo de 2016

El hombre es el centro del plan de Dios creador



Prof. Hugo Vicencio Reyes
Material de trabajo, colegio
El hombre es el centro del plan de Dios Creador

Entre todas las creaturas de la tierra sólo el hombre y la mujer son per­sonas, sujetos conscientes y libres, creados a imagen y semejanza de Dios y responsables de elegir y construir su propio destino temporal y eterno.

El amor de Dios es el que le da existencia a la mujer y al hombre. Es­te es el misterioso designio divino que concibió el Padre desde la eternidad de los tiempos
 Esta preeminencia de la persona humana se deriva directamente del Designo de Dios creador, quien organiza y planifica el mundo para el hombre, para su crecimiento y felicidad también en esta vida. Sobre el designio divino del ser humano, nos dice el documento de Puebla.. -“mujeres y hombres debían realizarse como imágenes creadas de Dios, reflejando el misterio divino de comunión en si mismos y en la convivencia con sus hermanos a través de una acción transformadora sobre el mundo. Sobre la tierra debían tener el hogar de su felicidad”

Continúa diciéndonos el Documento de Puebla: "...(el ser humano) ya desde el comienzo rechazó el amor de su Dios. No tuvo interés por la comunión con El, y empezó a actuar sin amor, sin Dios, y por ello ya no construyó, sino que destruyó. Entraron en el mundo el mal, la muerte y la violencia, el odio y el miedo. Se destruyó la convivencia fraterna"

El hombre adultera, frustra y distorsiona este Proyecto Divino -y en esto consiste el pecado, y esto fue realmente lo que ocurrió y lo que sigue ocu­rriendo- cuando la persona humana pierde por sí misma o le es arrebatada por otros su hegemonía y prioridad original: cuando se enajena de su propio centro que es Dios, que es el amor, o cuando es atropellada o manipulada como simple "medio" en favor de fines subalternos.

Dios, sin embargo, no abandona al ser humano esclavizado por el pecado. Toda la historia del pueblo de Israel (Antiguo Testamento) nos muestra a Jahvé que acompaña y ayuda a su pueblo en sus sufrimientos y en sus ansias de liberación. Al mismo tiempo les anuncia y les promete el Mesías.

El día del nacimiento de Jesús en Belén, Dios irrumpe en la historia hu­mana, vale decir, en el peregrinar del género humano hacia la unión con Dios. Con ello, el Hijo de Dios asume lo humano y lo creado y restablece la comunión entre Dios y los hombres. Él es el signo de la nueva presencia de Dios en la historia4.

Por la redención, por Cristo, con El y en El, entramos a participar nueva­mente de la comunión con Dios. Al vivir con Cristo llegamos a ser su cuerpo místico, su cuerpo, cuerpo de hermanos, pueblo de hermanos unidos por el amor que derrama en nuestros corazones el Espíritu.
Esta es la comunión con Dios para la cual fuimos creados.



La Iglesia: El amor de Dios siempre presente al servicio del hombre

Pero esta comunión entre los hombres, esta convivencia humana frater­na, para la cual fuimos creados, debe ser construida día a día. Ella ha de manifestarse en todos los aspectos de la vida del ser humano, en su dimensión personal y en su dimensión social.

Para acompañarnos en esta tarea Cristo nos dejó al Espíritu Santo presente en su Iglesia. Por ello, la misión de la Iglesia es servir a este único fin: que todo hombre pueda encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida8. "El hombre es el primer camino que de­be recorrer la Iglesia en el cumplimiento de su misión", afirma Juan Pablo II en Redemptor Hominis9. Y con encendidas palabras se refiere al profundo sentido de este ministerio de la Iglesia: "...se trata por tanto del hombre en toda su verdad, en su plena dimensión. No se trata del hombre 'abstracto' sino real, del hombre 'concreto', 'histórico'. Se trata de 'cada' hombre, porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno se ha unido Cristo para siempre".

¡Qué valor ha de tener el hombre a los ojos del Creador, si Dios ha merecido tener tan grande Redentor, si Dios ha dado a su Hijo a fin de que el ser humano no muera, sino que tenga la vida eterna! (Juan Pablo II, Red. Hom.,

Por lo tanto, lo que constituye la preocupación y misión de la iglesia son los hombres y mujeres concretos y reales , los que tienen hambre y frío, los que aman y los que sufren, los que acarician tiernamente y los que asesinan, los que desarrollan la ciencia y los que la comerían. Por lo tanto la iglesia debe estar siempre consciente  de cuál es la situación real de estos hombres en el mundo
De todo cuanto  se opone  al acercamiento al amor de Dios, desde la falta de trabajo, hasta la destrucción de sí mismo por las drogas, desde la enajenación en el consumo, el derroche y el lujo, hasta la enajenación en los fanatismos y nacionalismos extremos que se basan en la fuerza de las armas.

“ Es la persona del hombre la que hay que salvar… es la sociedad humana la que hay que renovar; el hombre entero, cuerpo y alma, corazón, inteligencia y voluntad”.


Responde enviando a mi correo institucional.- hugo.vicencio@lasalle.cl 

1.- En qué se basa la preeminencia humana?
2.- ¿Cómo era el proyecto divino original (de Dios)
3.-Fuimos creados para la Comunión con Dios, explica
4.-de qué manera se manifiesta el pecado?
5.- Explica la preocupación y misión de la Iglesia en relación a los hombres.

6.- Cómo es que el hombre llega a participar nuevamente de la comunión con Dios?

7.-Que es la Redenptor Hominis? investiga