jueves, 31 de agosto de 2017

El derecho humano a la vida

El derecho humano a la vida,
 a una vida digna para toda persona

. Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile queremos poner a disposición de la sociedad chilena y de sus autoridades nuestro parecer sobre el proyecto de ley de despenalización del aborto en tres causales anunciado por el Gobierno.

Respeto y diálogo
2. Lo hacemos, en primer lugar, con respeto y consideración por las personas enfrentadas a la realidad del aborto, porque sabemos que casi siempre ella deriva de situaciones de gran sufrimiento y las expone a decisiones extremadamente difíciles. El papa Francisco nos ha recordado que "hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?” (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 214

La vida y la dignidad de la persona humana

7. Desde la antropología y la ética cristiana, la Iglesia Católica reconoce, respeta, defiende y promueve el valor de la vida y la dignidad de la persona humana como un fundamento esencial e irrenunciable de la vida en la sociedad. No matar deliberada y directamente al inocente es un absoluto moral cuyo reconocimiento y protección resulta indispensable para la vida en comunidad….


8. Reconocemos y promovemos el derecho a la vida de la persona humana, sin discriminación alguna, desde la concepción hasta su muerte natural. Pero este derecho y su ejercicio no puede reducirse a los hechos de nacer y morir en paz. Nuestra opción por la persona y su derecho innato a la vida supone procurar como sociedad, además de prohibir todo atentado injusto contra la vida inocente, para todas las personas y sus familias, sin ninguna exclusión, las condiciones de vida acorde con su dignidad personal: vivienda adecuada, educación de calidad, trabajo decente, remuneración justa, medio ambiente favorable a la vida, oportunidades de desarrollo integral, etc. Al respetar y promover la vida humana, en todas sus dimensiones, rechazamos el aborto, como asimismo las escandalosas e injustas desigualdades sociales, la usura, la eutanasia y la discriminación arbitraria. Sin embargo, es necesario señalar que el aborto concebido como acción directa que tiene por finalidad impedir el desarrollo de un ser humano ya en gestación, reviste una particular gravedad ética porque implica negarse de plano a buscar otras soluciones posibles ante un embarazo no deseado o fruto de una injusticia.

La vida, la dignidad y el mayor bien de la madre y de su hijo

9. La ciencia biológica confirma que desde el momento de la fecundación se inicia una nueva vida humana, distinta a la del padre y a la de la madre, que en un proceso continuo, gradual y autónomo, se irá desarrollando en el tiempo. Cobijado y dependiente de la madre, no es sin embargo parte del cuerpo de ella, sino otro ser, por lo que su individualidad debe ser respetada. Así lo expresa también nuestro ordenamiento jurídico. 
Son dos personas las que están a la base de nuestra reflexión: la madre y su hijo, es decir, tanto la criatura que está por nacer como la valiosa mujer que la tiene en su seno, cuando vive la situación límite de una violación, del riesgo de su propia vida o de un embarazo que podría derivar en la temprana muerte de su hijo.

Junto a ello, sin embargo, la enseñanza de la Iglesia también reconoce que la responsabilidad por el aborto con frecuencia no corresponde exclusivamente a la mujer, sino que también se extiende al padre del niño, a las presiones provenientes de familiares y amistades, a médicos y personal sanitario que con insistencia en esos casos recomiendan, facilitan y procuran los procedimientos abortivos, y a quienes han promovido y aprobado leyes que amparan el aborto. Por otra parte, “no se puede minimizar el entramado de complicidades que llega a abarcar incluso a instituciones internacionales, fundaciones y asociaciones que luchan sistemáticamente por la legalización y la difusión del aborto en el mundo. En este sentido, el aborto va más allá de la responsabilidad de las personas concretas y del daño que les provoca, asumiendo una dimensión fuertemente social. (…) Estamos ante lo que puede definirse como una estructura de pecado contra la vida humana no nacida” (cfr. Evangelium vitae, 58-59).

12. Hemos planteado con claridad, apelando a la reflexión bioética de la Iglesia, que no constituye aborto la acción de suyo terapéutica para salvar la vida de una madre en peligro, cuando no busca eliminar directamente la vida de la persona concebida, aunque su muerte sea una posibilidad prevista, aunque no querida o buscada. Si la creatura falleciera como consecuencia no deseada ni intentada, ni como fin ni como medio, de un procedimiento directamente orientado a sanar a la mujer en situación de grave riesgo, no se podría calificar de aborto. La praxis médica bien lo sabe. Por eso son numerosos los médicos que afirman que el proyecto no debiera contener esta causal. Siempre es posible y lícito cuidar y respetar la vida de la madre sin recurrir al aborto. Por ello, actualmente en Chile no existen ni médicos ni personal sanitario procesados por este tipo de actos.

 13. Los casos de “inviabilidad del feto” presentan desafíos éticos mayores. Sabemos que muchas madres y familias han continuado su embarazo llamado “inviable” hasta acoger con cariño a quien esperan, es decir, hasta su término natural, y esta actitud les ha procurado una paz que difícilmente habrían alcanzado al interrumpirlo anticipadamente. En otras ocasiones, aquellos casos que originalmente fueron catalogados de “inviables”, terminaron siendo “viables” y hoy los propios afectados agradecen la opción de sus madres de no haberlos abortado. El respeto irrestricto a toda vida humana indefensa e inocente, como también la dificultad de diagnosticar con completa certeza la situación en que nacerá el niño esperado, impide fundamentar la necesidad del aborto para estos casos. Sin embargo, esto no reduce el drama personal de mujeres y familias que viven un proceso doloroso que podría derivar en la muerte prematura del hijo. También en estos casos la experiencia nos enseña que el aborto causa traumas mucho mayores que afectan a la madre y su entorno familiar. Los esfuerzos, entonces, deberían centrarse en procurar programas de acompañamiento y acogida para las madres y sus familias en estas dolorosas situaciones.

14. Frente al embarazo de una mujer violada, no nos parece “humano” dejarla sola en el drama que ha sufrido, y tampoco es “humano” privar de la vida al más indefenso e inocente, que es su hijo. Quisiéramos un Estado y una sociedad activos y presentes junto a la mujer agredida, ofreciéndole caminos y ayuda para que ella u otra familia puedan acoger a un ser humano que no tiene culpabilidad alguna, está vivo y tiene derecho a seguir viviendo y a que nadie atente injustamente contra su vida. Diversas instituciones sociales, varias de ellas católicas, se dedican a procurar un entorno familiar para estos niños y niñas. El Estado podría hacer una gran labor apoyándolas en este esfuerzo. Creemos que “despenalizar” el aborto ante situaciones de violación es renunciar a la tutela de los más débiles e indefensos, y un acto de rendición del Estado ante el flagelo de la agresión sexual a mujeres, un drama respecto al cual Chile todavía está en deuda, porque ni los gobiernos ni la sociedad en su conjunto hemos podido abordar y superar este mal en su raíz, que generalmente ocurre al interior de los entornos familiares y de amistades de las víctimas.

Trabajo.- Responde en tu cuaderno.


2.- Consideras que la despenalización del aborto en tres causales, abre el camino para la legalización del aborto en cualquier circunstancia.- Justifica
3.- Es lícito para una persona cristiana desconocer el mandamiento de no matar?
4.- Que debe hacer el Estado, ante un embarazo por violación’?

5.-Explica el punto 12 de este documento.
6.-Que opinas respecto a la objeción de conciencia expresada por algunas clínicas privadas

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