Un negocio perverso
Según
el “Informe de Estabilidad Financiera 2007”, la deuda de los hogares chilenos
alcanza los 48 mil millones de dólares, es decir, un tercio de lo que produce
el país, cifra que considera los créditos hipotecarios y de consumo. A este
número se deben agregar los datos de un estudio del Instituto Nacional de la
Juventud, el cual reveló que 1.200.000
jóvenes entre 15 y 29 años están endeudados. Aunque los expertos no hablan de
un sobre endeudamiento generalizado, advierten que hay un sector de la población
que atraviesa serios problemas. “Sabemos
que hay alrededor de un 20% a 25% de los trabajadores que están en una
situación muy desesperada. Los estudios muestran que las tasas de endeudamiento
son mayores en hogares de niveles medio y bajo, que tienen nulas posibilidades
de vivir con menos de su sueldo. Para una familia que genera $ 400 mil al mes,
destinar el 80% de esa cantidad solo a pagar deudas es insostenible”.
Según
los expertos, hay tres factores que explican este estado de cosas:
•
Los bajos ingresos de los hogares.
•
El consumismo instalado en las sociedades contemporáneas.
•
La oferta de crédito indiscriminada que existe en el país.
Sobre
este último punto, expertos afirman que las instituciones financieras van a las
universidades con promotoras a ofrecerles tarjetas a los jóvenes, quienes no
tienen hábitos crediticios. Hay una oferta indiscriminada, donde nadie pone
límites, por lo que la sociedad debe aprender a protegerse. El crédito es
bueno, pero para personas que tienen capacidad de controlar su gasto. Si está
en manos de personas que no tienen control, es una herramienta sumamente
peligrosa. “Los resultados de las grandes tiendas o la rentabilidad de algunos
bancos demuestran que no solo venden artículos, sino que hacen el gran negocio
cuando las personas se endeudan con ellos”, afirma un especialista. De este
modo, puede decirse que el endeudamiento que promueve la industria, alimentando
el consumismo nacional, es un “negocio perverso”.
En
Chile, más de medio millón de personas viven en la indigencia. Por otra parte,
en los últimos cinco años el número de helicópteros en Chile creció en un 30%,
por lo que hoy hay cerca de 150 dueños de estas aeronaves privadas en el país.
Un salto nada despreciable si se considera que los modelos más populares
cuestan entre US$ 350 mil y US$ 1 millón. El alto crecimiento de este superlujo
es el signo más glamoroso de una nueva clase social que ha emergido en Chile en
la última década: los millonarios.
Actividad: Lean la siguiente frase de San Alberto Hurtado:
“Horrible
es el contraste entre quienes nadan en la abundancia y los que se ahogan en la
miseria… Es obvio que el lujo de los de arriba fomenta el odio de los de abajo…
Estos mundos extremadamente diferentes son el engendro del resentimiento…”.
Así
se refería a los efectos de la desigualdad socioeconómica que existía en la
década de los 40 en Chile. Y hoy, después de casi 65 años, a pesar del
crecimiento económico de los últimos años, parece ahondarse la brecha que
divide a la nación prácticamente en dos sectores sociales: el que tiene acceso al extremo lujo y el que no accede a los beneficios
de la economía. Por ese tipo de declaraciones, al Padre Hurtado lo llamaron
“cura rojo”, como a muchos otros pastores de la Iglesia, tanto en Chile como en
el resto del mundo, que han acentuado una mirada cristiana crítica sobre la
realidad social.
El hombre, pobreza y riqueza
En
el Antiguo Testamento, se encuentra una doble postura frente a los bienes
económicos y la riqueza. • Por un lado, de aprecio a la disponibilidad de
bienes materiales considerados necesarios para la vida: en ocasiones, la
abundancia (no el derroche o el lujo) es vista como una bendición de Dios. Yahveh ha bendecido con largueza a mi señor,
que se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y
esclavas, camellos y asnos. Gn. 24, 35 •
Por
otro lado, se condena, no en sí mismos, sino el mal uso de los bienes. Los
profetas denunciaron las estafas, la usura, la explotación, las injusticias
evidentes, especialmente respecto de los más pobres: ¡Ay de aquellos que meditan iniquidad, que traman maldad en sus lechos
y al despuntar la mañana la ejecutan, porque el poder está de sus manos!
Codician campos y los roban, casas, y las usurpan; hacen violencia al hombre y
a su casa, al individuo y a su heredad. Mi. 2, 1-2
Esta
última manera de mirar la pobreza, si bien la considera un mal que soportan los
oprimidos, los débiles, los indigentes, ve también en ella un símbolo de la
situación del hombre y la mujer delante de Dios: el ser humano es una criatura
extremadamente pobre y débil, quien recibe de Dios todo lo que necesita para
vivir; esos son regalos que hay que saber administrar, compartir y agradecer.
Jesús ante la riqueza
Jesús
asumió esta mirada sobre los bienes económicos, y les dio una definitiva
claridad y plenitud: Y les dijo: “Cuídense
de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada
por sus bienes”. Y les dijo una parábola: “Los campos de cierto hombre rico
dieron mucho fruto, quien se puso a pensar: ‘¿Qué haré, pues no tengo dónde
reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y
edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y me
diré: Amigo, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come,
bebe, banquetea.’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche vas a morir;
las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que amontona riquezas
para sí mismo, pero es pobre delante de Dios”. Lc. 12, 15-21
La
pobreza, cuando es aceptada o buscada con espíritu religioso, ayuda a las
personas a reconocer y aceptar que son criaturas; en esta perspectiva
religiosa, el “rico” no es tanto el que tiene muchos bienes, sino más bien
quien pone su confianza en sus posesiones más que en Dios, quien se cree fuerte
por las obras de su inteligencia y que confía solo en el valor de las cosas.
Definición de pobreza La pobreza debe ser vista como el
resultado de un modelo económico y social, ejercido y aplicado en un territorio
y tiempo determinado, por los diversos agentes económicos y políticos, que
producen en la sociedad sectores excluidos de los beneficios totales o
parciales del modelo en ejecución. A estos sectores excluidos de tales
beneficios se les llama generalmente pobres.
La pobreza es el resultado de procesos
complejos y extendidos en el tiempo, que son difíciles de apreciar a simple vista
y que requieren investigación sostenida para lograr su comprensión y tomar
medidas para combatirla. Es un término comparativo utilizado para describir una
situación en la que se encuentra parte de una sociedad y que se percibe como la
carencia, escasez o falta de los bienes más elementales como por ejemplo
alimentos, vivienda, educación o asistencia sanitaria (salud) y agua potable,
así como los medios de obtenerlos (por ejemplo, por falta de empleo, nivel de
ingresos muy bajo o carencia de estos).
“Umbral de pobreza” se define como la línea fijada en
un dólar diario por persona, cantidad que se considera suficiente para la
adquisición de productos necesarios para sobrevivir.
Actividad 5 Relee nuevamente el texto de Lc. 12, 15-21
y responde estas preguntas: 1. Si la vida no está asegurada por los bienes,
entonces, ¿quién la asegura? 2. La situación del hombre de la parábola, ¿se da
hoy en día? ¿Qué formas asume en la actualidad? 3. Podríamos pensar que este
agricultor es previsor, ya que se sentó a pensar que hacer con tanta cosecha.
Sin embargo, ¿dónde estuvo su error? 4. ¿Qué tipo de riquezas es la que
“amontonas” en esta vida? ¿Cuáles son los “bienes” que posees?
La economía en el marco del Reinado de Dios
Jesús,
más que hablar sobre el tema de la riqueza y la pobreza en sí, puso el tema
económico en el marco del Reinado de Dios, que es una nueva convivencia en la
justicia y en la solidaridad. Liberados del mal y reincorporados en la comunión
con Dios, todo varón y mujer pueden continuar la obra de Jesús como cristianos
en la Iglesia, con la ayuda de su Espíritu, para:
Hacer justicia a los pobres. • Buscar activamente un nuevo orden social, en
el que se ofrezcan soluciones adecuadas a la pobreza material.
• Combatir de un modo más eficaz las fuerzas
que impiden que los más débiles se liberen de su miseria. Cuando esto sucede, el Reino de Dios comienza
a surgir sobre esta tierra.
La economía de la solidaridad Los cristianos y cristianas, a la
luz de la Revelación, consideran que la actividad económica es una respuesta
agradecida a los dones que Dios entrega a la humanidad. Los seres humanos
custodian los dones recibidos de su mano generosa, usándolos con el compromiso
de perfeccionar su propia vida, la de los demás y del mundo entero. Una buena
administración de los dones recibidos, incluidos los materiales, es una obra de
justicia hacia sí mismo y hacia los demás hombres: lo que se recibe ha de ser
bien usado, conservado y multiplicado. (Compendio de Doctrina Social de la
Iglesia nº 32)
La economía es útil cuando no traiciona su
función de medio para el crecimiento integral del hombre y de las sociedades,
en pro de la calidad humana de la vida. La economía de la solidaridad es un
proceso dinámico y multifacético en el que se aplica el criterio iluminado por
la moral social cristiana. Se piensa que la relación entre la economía y la
solidaridad es un modo de paliar algunos defectos de la economía, o de resolver
ciertos problemas que la economía no ha podido superar y se echa mano de la
compasión y la colecta generosa de recursos. Este punto de vista hace ver la
solidaridad únicamente como forma de compartir los recursos y ayudar a los que
resultan desfavorecidos o son excluidos por un sistema económico. Sin embargo,
la solidaridad debe introducirse en la economía misma, y operar en las diversas
fases del proceso económico: en la producción, distribución, consumo y
acumulación. Y comparecer también en la teoría económica, superando una
ausencia muy notoria en una disciplina en la cual el concepto de solidaridad
pareciera no encajar espontáneamente.
La riqueza existe para ser compartida
Los
cristianos afirman que los bienes, aun cuando sean poseídos legítimamente por
alguien, siempre tienen un destino universal. Si esto es así, entonces no está
bien la acumulación indebida, ya que contradice el destino universal que Dios
creador les dio. Jesús libera al ser humano de manera completa, también de este
apego desordenado a las riquezas. Así opinaba san Pablo: La raíz de todos los
males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron
en la fe. 1 Tm. 6,10
Actividad
6 1. Comenta el pensamiento de algunos de los padres de la Iglesia.
2. Averigua en el Nuevo Testamento por qué San
Pablo reprocha el mal uso del dinero entre las primeras comunidades cristianas.
Ilústralo con un pasaje de sus cartas.
Moral y economía
La
Iglesia insiste en los fuertes vínculos que existen entre la moral y la
economía. Reconocer los fundamentos matemáticos y sociales de la economía no significa
rechazar como irracional una argumentación que sea trascendente, ya que el fin
de la economía no está en ella misma, sino en su destinación humana y social. A
la economía, en efecto, no se le confía el fin de la realización del varón y la
mujer en la buena convivencia humana, sino solo una tarea parcial, aunque
importante: la producción, la distribución y el consumo de bienes materiales y
de servicios. Es un deber para los seres humanos desarrollar de manera
eficiente la actividad económica, ya que de otro modo se desperdiciarían los
recursos; pero para el cristiano no es aceptable un crecimiento económico
obtenido con daño a la persona, a su dignidad, pasando a llevar los derechos de
grupos sociales y pueblos enteros.
En el corazón del evangelio de Lucas hay una larga sección (Lc 9,51-19,28) dedicada al “camino de Jesús hacia Jerusalén” y en ella aparece una serie de parábolas, de relatos muy significativos, que contienen el núcleo esencial del mensaje de Jesús en un lenguaje impactante y muy crítico. Uno de los temas de las parábolas es la economía y en el capítulo 16 encontramos dos, la primera, sobre el dinero injusto (Lc.16,1-15), y la segunda, sobre el hombre rico y Lázaro (Lc.16,19-31) y ambas están estrechamente relacionadas. En ellas Jesús descubre la trampa en la que el dinero, en cuanto aspiración idolátrica de la vida humana, tiene atrapada a la gente. Su mensaje central es la sentencia lapidaria de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc. 16,13). En la parábola del administrador (Lc. 16,1-15) se revela la injusticia de un sistema económico que utiliza el préstamo de dinero con interés para agrandar el abismo existente entre pobres y ricos. El administrador era una persona de confianza, se trataba de un representante del amo, con la capacidad para hacer préstamos, arrendamientos, avales. Al hacer préstamos recibía una comisión en concepto de intereses. Esa comisión aparecía también normalmente en el total de la deuda. Jesús no alaba la injusticia del administrador ni su falta de seriedad. No es la parábola del administrador injusto, sino del administrador listo, porque supo renunciar a los intereses que a él le correspondían. La cuestión central es la renuncia al beneficio propio. Lo que elogia el amo es la sagacidad del administrador por descontar de la deuda total la comisión que le corresponde, ganándose así la amistad de los deudores. El administrador sagaz de la parábola es elogiado porque utiliza su poder para cumplir la ley del Antiguo Testamento (cf. Éx. 22,24-25; Dt. 23,20; Lv. 25,35-38), que prohibía cobrar los intereses de los préstamos y corregir así el sistema económico vigente en la época de Jesús (y también en la nuestra). Aunque en principio fuera por interés personal, la conducta del administrador responde en el fondo a los intereses y planteamientos de una moral económica de los oprimidos, para la cual no los ricos sino los pobres son importantes. Según la parábola, quien tiene dinero y bienes es en realidad, solo administrador de los mismos, no un propietario. La correcta administración de los bienes tiene que responder a las necesidades de los pobres. El dinero (y el sistema económico, incluido el crecimiento económico) no es un fin en sí mismo y solo ha de servir para hacer el bien, especialmente a los más pobres del mundo. En el marco de las dos parábolas de Lc. 16 se diseña, pues, un proyecto de economía alternativa orientado a atender las necesidades de los pobres, orientado a compartir y dar sin esperar nada a cambio. La alternativa entre Dios y el dinero se convierte en un absoluto. Jesús es consciente del atractivo seductor y corruptor de las riquezas y sabe que el dinero es un dios que exige pleitesía y adoración. Cuando el dinero se convierte en dios, se pone en peligro la convivencia humana, se rompen las relaciones familiares, se olvida el perdón, se extorsiona, se roba, se traiciona y se llega hasta quitar la vida del otro. Por eso Jesús declara abiertamente que no se puede servir a Dios y al dinero. José Cervantes Gabarrón
En el corazón del evangelio de Lucas hay una larga sección (Lc 9,51-19,28) dedicada al “camino de Jesús hacia Jerusalén” y en ella aparece una serie de parábolas, de relatos muy significativos, que contienen el núcleo esencial del mensaje de Jesús en un lenguaje impactante y muy crítico. Uno de los temas de las parábolas es la economía y en el capítulo 16 encontramos dos, la primera, sobre el dinero injusto (Lc.16,1-15), y la segunda, sobre el hombre rico y Lázaro (Lc.16,19-31) y ambas están estrechamente relacionadas. En ellas Jesús descubre la trampa en la que el dinero, en cuanto aspiración idolátrica de la vida humana, tiene atrapada a la gente. Su mensaje central es la sentencia lapidaria de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc. 16,13). En la parábola del administrador (Lc. 16,1-15) se revela la injusticia de un sistema económico que utiliza el préstamo de dinero con interés para agrandar el abismo existente entre pobres y ricos. El administrador era una persona de confianza, se trataba de un representante del amo, con la capacidad para hacer préstamos, arrendamientos, avales. Al hacer préstamos recibía una comisión en concepto de intereses. Esa comisión aparecía también normalmente en el total de la deuda. Jesús no alaba la injusticia del administrador ni su falta de seriedad. No es la parábola del administrador injusto, sino del administrador listo, porque supo renunciar a los intereses que a él le correspondían. La cuestión central es la renuncia al beneficio propio. Lo que elogia el amo es la sagacidad del administrador por descontar de la deuda total la comisión que le corresponde, ganándose así la amistad de los deudores. El administrador sagaz de la parábola es elogiado porque utiliza su poder para cumplir la ley del Antiguo Testamento (cf. Éx. 22,24-25; Dt. 23,20; Lv. 25,35-38), que prohibía cobrar los intereses de los préstamos y corregir así el sistema económico vigente en la época de Jesús (y también en la nuestra). Aunque en principio fuera por interés personal, la conducta del administrador responde en el fondo a los intereses y planteamientos de una moral económica de los oprimidos, para la cual no los ricos sino los pobres son importantes. Según la parábola, quien tiene dinero y bienes es en realidad, solo administrador de los mismos, no un propietario. La correcta administración de los bienes tiene que responder a las necesidades de los pobres. El dinero (y el sistema económico, incluido el crecimiento económico) no es un fin en sí mismo y solo ha de servir para hacer el bien, especialmente a los más pobres del mundo. En el marco de las dos parábolas de Lc. 16 se diseña, pues, un proyecto de economía alternativa orientado a atender las necesidades de los pobres, orientado a compartir y dar sin esperar nada a cambio. La alternativa entre Dios y el dinero se convierte en un absoluto. Jesús es consciente del atractivo seductor y corruptor de las riquezas y sabe que el dinero es un dios que exige pleitesía y adoración. Cuando el dinero se convierte en dios, se pone en peligro la convivencia humana, se rompen las relaciones familiares, se olvida el perdón, se extorsiona, se roba, se traiciona y se llega hasta quitar la vida del otro. Por eso Jesús declara abiertamente que no se puede servir a Dios y al dinero. José Cervantes Gabarrón
Actividad
7 1. Para algunos, el camino más eficiente para combatir la pobreza es el
crecimiento económico acelerado; otro ven que una proporción importante de la
pobreza, llamada “pobreza dura”, no puede ser superada por el simple impulso al
crecimiento. — Investiga el concepto de “pobreza dura” y las políticas
gubernamentales para combatirla. ¿Qué aporte podrían hacer los cristianos en el
área técnica de la superación de la pobreza? ¿Lo hacen? 2. Señala cómo se
debería entender la frase de Jesús: “¡Felices los pobres, porque de ustedes es el
Reino de Dios!” (Lc. 6, 20).
La iniciativa privada y la empresa
La
economía se preocupa de la formación de la riqueza y su incremento progresivo,
en términos no solo cuantitativos, sino cualitativos, todo lo cual es
moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del ser
humano y de la sociedad en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no
puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Muy por
el contrario, la pura acumulación, aun cuando fuese en pro del bien común, no
es una condición suficiente para la realización de la auténtica felicidad
humana. En este sentido, la Iglesia pone en guardia contra la mentira que se
esconde tras la simple acumulación de bienes, ya que la excesiva disponibilidad
de estos fácilmente hace a hombres y mujeres esclavos de la “posesión” y del
goce inmediato. Es la llamada sociedad de consumo que da lugar al consumismo.
La Iglesia considera la libertad de la persona en el campo económico un valor
fundamental y un derecho muy importante que hay que promover y cuidar. Cada uno
tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus
talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger
los justos frutos de sus esfuerzos. Catecismo de la Iglesia Católica nº 2429
Es
una gran riqueza actualmente que muchas empresas (grandes, medianas y pequeñas)
sepan organizar un esfuerzo productivo en vistas a satisfacer necesidades
determinadas, que sepan planificar un esfuerzo sostenido en el tiempo, haciendo
una inversión racionalmente pensada y asumiendo los riesgos necesarios. Así se
hace cada vez más evidente y determinante el papel del trabajo humano,
disciplinado y creativo, y el de las capacidades de iniciativa y de espíritu
emprendedor, como parte esencial de la economía.
Economía y empresa
Lo
propio de las empresas es la capacidad de servir al bien común de la sociedad
mediante la producción de bienes y servicios, creando riqueza para toda la
sociedad, no solo para los propietarios, sino también para los demás sujetos
interesados en su actividad. Además de esta función económica, la empresa
desarrolla una función social, creando oportunidades de encuentro, de
colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas. Así,
la empresa no puede considerarse solo como una “sociedad de capitales”, sino
también como una “sociedad de personas”, en la que entran a formar parte de
manera diversa los que aportan el capital y los que colaboran con su trabajo.
Al pensar en una empresa, quizás la primera idea que se venga a la cabeza es “ganancia”.
La Iglesia reconoce el valor del justo beneficio, como primera evidencia del
buen funcionamiento de la empresa. Sin embargo, no es el único ni mejor
criterio para decir que la empresa cumple su fin. Por ejemplo, puede que los
balances económicos sean técnicamente correctos, y que al mismo tiempo los
empleados, el recurso más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en
su dignidad, o que la actividad de la organización tenga una grave repercusión
sobre el entorno natural. La dimensión ética del desarrollo económico tiene que
ver con lo que Goulet llama el “full life model” o “modelo de vida plena”. Cada
sociedad tiene un modelo de vida plena que tiene derecho a realizar y ello es
lo fundamental en la propuesta del desarrollo integral. Se trata de que las
poblaciones puedan expresar qué es para ellas desarrollo, desde su propia
visión del mundo y de la vida, desde sus paradigmas. Por ello la primera
cuestión sobre el desarrollo es preguntar a las comunidades, a los grupos
humanos concretos qué es para ellos el desarrollo; cuando nos lo expliquen con
sus sencillas palabras estaremos entendiendo detrás de ello su modelo de vida
plena. Esa debe ser la habilidad principal del agente de desarrollo
(proactiva). Por ello decimos que el desarrollo no es solo “desde abajo” sino
“desde adentro”; es decir, si el desarrollo no parte del espíritu de la gente,
no es auténtico desarrollo.
*tomado de Humberto Ortiz Roca
En tu cuaderno responde.-
1.- Explica por que razón el endeudamiento que promueve la industria es un "Negocio Perverso"
2.- Cual es la definición de pobreza que da el documento?
3.- Desarrolla las 4 preguntas de la actividad N°5
*tomado de Humberto Ortiz Roca
En tu cuaderno responde.-
1.- Explica por que razón el endeudamiento que promueve la industria es un "Negocio Perverso"
2.- Cual es la definición de pobreza que da el documento?
3.- Desarrolla las 4 preguntas de la actividad N°5