viernes, 30 de agosto de 2019

Economía cristiana


Un negocio perverso

Según el “Informe de Estabilidad Financiera 2007”, la deuda de los hogares chilenos alcanza los 48 mil millones de dólares, es decir, un tercio de lo que produce el país, cifra que considera los créditos hipotecarios y de consumo. A este número se deben agregar los datos de un estudio del Instituto Nacional de la Juventud, el cual  reveló que 1.200.000 jóvenes entre 15 y 29 años están endeudados. Aunque los expertos no hablan de un sobre endeudamiento generalizado, advierten que hay un sector de la población que atraviesa serios problemas. “Sabemos que hay alrededor de un 20% a 25% de los trabajadores que están en una situación muy desesperada. Los estudios muestran que las tasas de endeudamiento son mayores en hogares de niveles medio y bajo, que tienen nulas posibilidades de vivir con menos de su sueldo. Para una familia que genera $ 400 mil al mes, destinar el 80% de esa cantidad solo a pagar deudas es insostenible”.
 Según los expertos, hay tres factores que explican este estado de cosas:
• Los bajos ingresos de los hogares.
• El consumismo instalado en las sociedades contemporáneas.
• La oferta de crédito indiscriminada que existe en el país.
Sobre este último punto, expertos afirman que las instituciones financieras van a las universidades con promotoras a ofrecerles tarjetas a los jóvenes, quienes no tienen hábitos crediticios. Hay una oferta indiscriminada, donde nadie pone límites, por lo que la sociedad debe aprender a protegerse. El crédito es bueno, pero para personas que tienen capacidad de controlar su gasto. Si está en manos de personas que no tienen control, es una herramienta sumamente peligrosa. “Los resultados de las grandes tiendas o la rentabilidad de algunos bancos demuestran que no solo venden artículos, sino que hacen el gran negocio cuando las personas se endeudan con ellos”, afirma un especialista. De este modo, puede decirse que el endeudamiento que promueve la industria, alimentando el consumismo nacional, es un “negocio perverso”.

En Chile, más de medio millón de personas viven en la indigencia. Por otra parte, en los últimos cinco años el número de helicópteros en Chile creció en un 30%, por lo que hoy hay cerca de 150 dueños de estas aeronaves privadas en el país. Un salto nada despreciable si se considera que los modelos más populares cuestan entre US$ 350 mil y US$ 1 millón. El alto crecimiento de este superlujo es el signo más glamoroso de una nueva clase social que ha emergido en Chile en la última década: los millonarios.

Actividad:  Lean la siguiente frase de San Alberto Hurtado:Horrible es el contraste entre quienes nadan en la abundancia y los que se ahogan en la miseria… Es obvio que el lujo de los de arriba fomenta el odio de los de abajo… Estos mundos extremadamente diferentes son el engendro del resentimiento…”.
Así se refería a los efectos de la desigualdad socioeconómica que existía en la década de los 40 en Chile. Y hoy, después de casi 65 años, a pesar del crecimiento económico de los últimos años, parece ahondarse la brecha que divide a la nación prácticamente en dos sectores sociales: el que tiene acceso al extremo lujo y el que no accede a los beneficios de la economía. Por ese tipo de declaraciones, al Padre Hurtado lo llamaron “cura rojo”, como a muchos otros pastores de la Iglesia, tanto en Chile como en el resto del mundo, que han acentuado una mirada cristiana crítica sobre la realidad social.
El hombre, pobreza y riqueza
En el Antiguo Testamento, se encuentra una doble postura frente a los bienes económicos y la riqueza. • Por un lado, de aprecio a la disponibilidad de bienes materiales considerados necesarios para la vida: en ocasiones, la abundancia (no el derroche o el lujo) es vista como una bendición de Dios. Yahveh ha bendecido con largueza a mi señor, que se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y esclavas, camellos y asnos. Gn. 24, 35

Por otro lado, se condena, no en sí mismos, sino el mal uso de los bienes. Los profetas denunciaron las estafas, la usura, la explotación, las injusticias evidentes, especialmente respecto de los más pobres: ¡Ay de aquellos que meditan iniquidad, que traman maldad en sus lechos y al despuntar la mañana la ejecutan, porque el poder está de sus manos! Codician campos y los roban, casas, y las usurpan; hacen violencia al hombre y a su casa, al individuo y a su heredad. Mi. 2, 1-2

Esta última manera de mirar la pobreza, si bien la considera un mal que soportan los oprimidos, los débiles, los indigentes, ve también en ella un símbolo de la situación del hombre y la mujer delante de Dios: el ser humano es una criatura extremadamente pobre y débil, quien recibe de Dios todo lo que necesita para vivir; esos son regalos que hay que saber administrar, compartir y agradecer.

Jesús ante la riqueza

Jesús asumió esta mirada sobre los bienes económicos, y les dio una definitiva claridad y plenitud: Y les dijo: “Cuídense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes”. Y les dijo una parábola: “Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto, quien se puso a pensar: ‘¿Qué haré, pues no tengo dónde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y me diré: Amigo, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche vas a morir; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios”. Lc. 12, 15-21

La pobreza, cuando es aceptada o buscada con espíritu religioso, ayuda a las personas a reconocer y aceptar que son criaturas; en esta perspectiva religiosa, el “rico” no es tanto el que tiene muchos bienes, sino más bien quien pone su confianza en sus posesiones más que en Dios, quien se cree fuerte por las obras de su inteligencia y que confía solo en el valor de las cosas.

Definición de pobreza La pobreza debe ser vista como el resultado de un modelo económico y social, ejercido y aplicado en un territorio y tiempo determinado, por los diversos agentes económicos y políticos, que producen en la sociedad sectores excluidos de los beneficios totales o parciales del modelo en ejecución. A estos sectores excluidos de tales beneficios se les llama generalmente pobres.
 La pobreza es el resultado de procesos complejos y extendidos en el tiempo, que son difíciles de apreciar a simple vista y que requieren investigación sostenida para lograr su comprensión y tomar medidas para combatirla. Es un término comparativo utilizado para describir una situación en la que se encuentra parte de una sociedad y que se percibe como la carencia, escasez o falta de los bienes más elementales como por ejemplo alimentos, vivienda, educación o asistencia sanitaria (salud) y agua potable, así como los medios de obtenerlos (por ejemplo, por falta de empleo, nivel de ingresos muy bajo o carencia de estos).

“Umbral de pobreza” se define como la línea fijada en un dólar diario por persona, cantidad que se considera suficiente para la adquisición de productos necesarios para sobrevivir.

Actividad 5 Relee nuevamente el texto de Lc. 12, 15-21 y responde estas preguntas: 1. Si la vida no está asegurada por los bienes, entonces, ¿quién la asegura? 2. La situación del hombre de la parábola, ¿se da hoy en día? ¿Qué formas asume en la actualidad? 3. Podríamos pensar que este agricultor es previsor, ya que se sentó a pensar que hacer con tanta cosecha. Sin embargo, ¿dónde estuvo su error? 4. ¿Qué tipo de riquezas es la que “amontonas” en esta vida? ¿Cuáles son los “bienes” que posees?

La economía en el marco del Reinado de Dios

Jesús, más que hablar sobre el tema de la riqueza y la pobreza en sí, puso el tema económico en el marco del Reinado de Dios, que es una nueva convivencia en la justicia y en la solidaridad. Liberados del mal y reincorporados en la comunión con Dios, todo varón y mujer pueden continuar la obra de Jesús como cristianos en la Iglesia, con la ayuda de su Espíritu, para:
 Hacer justicia a los pobres.  Buscar activamente un nuevo orden social, en el que se ofrezcan soluciones adecuadas a la pobreza material. 
    Combatir de un modo más eficaz las fuerzas que impiden que los más débiles se liberen de su miseria.  Cuando esto sucede, el Reino de Dios comienza a surgir sobre esta tierra.

La economía de la solidaridad Los cristianos y cristianas, a la luz de la Revelación, consideran que la actividad económica es una respuesta agradecida a los dones que Dios entrega a la humanidad. Los seres humanos custodian los dones recibidos de su mano generosa, usándolos con el compromiso de perfeccionar su propia vida, la de los demás y del mundo entero. Una buena administración de los dones recibidos, incluidos los materiales, es una obra de justicia hacia sí mismo y hacia los demás hombres: lo que se recibe ha de ser bien usado, conservado y multiplicado. (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia nº 32)

 La economía es útil cuando no traiciona su función de medio para el crecimiento integral del hombre y de las sociedades, en pro de la calidad humana de la vida. La economía de la solidaridad es un proceso dinámico y multifacético en el que se aplica el criterio iluminado por la moral social cristiana. Se piensa que la relación entre la economía y la solidaridad es un modo de paliar algunos defectos de la economía, o de resolver ciertos problemas que la economía no ha podido superar y se echa mano de la compasión y la colecta generosa de recursos. Este punto de vista hace ver la solidaridad únicamente como forma de compartir los recursos y ayudar a los que resultan desfavorecidos o son excluidos por un sistema económico. Sin embargo, la solidaridad debe introducirse en la economía misma, y operar en las diversas fases del proceso económico: en la producción, distribución, consumo y acumulación. Y comparecer también en la teoría económica, superando una ausencia muy notoria en una disciplina en la cual el concepto de solidaridad pareciera no encajar espontáneamente.

La riqueza existe para ser compartida

Los cristianos afirman que los bienes, aun cuando sean poseídos legítimamente por alguien, siempre tienen un destino universal. Si esto es así, entonces no está bien la acumulación indebida, ya que contradice el destino universal que Dios creador les dio. Jesús libera al ser humano de manera completa, también de este apego desordenado a las riquezas. Así opinaba san Pablo: La raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe. 1 Tm. 6,10

Actividad 6 1. Comenta el pensamiento de algunos de los padres de la Iglesia.
 2.  Averigua en el Nuevo Testamento por qué San Pablo reprocha el mal uso del dinero entre las primeras comunidades cristianas. Ilústralo con un pasaje de sus cartas.

Moral y economía

La Iglesia insiste en los fuertes vínculos que existen entre la moral y la economía. Reconocer los fundamentos matemáticos y sociales de la economía no significa rechazar como irracional una argumentación que sea trascendente, ya que el fin de la economía no está en ella misma, sino en su destinación humana y social. A la economía, en efecto, no se le confía el fin de la realización del varón y la mujer en la buena convivencia humana, sino solo una tarea parcial, aunque importante: la producción, la distribución y el consumo de bienes materiales y de servicios. Es un deber para los seres humanos desarrollar de manera eficiente la actividad económica, ya que de otro modo se desperdiciarían los recursos; pero para el cristiano no es aceptable un crecimiento económico obtenido con daño a la persona, a su dignidad, pasando a llevar los derechos de grupos sociales y pueblos enteros. 
En el corazón del evangelio de Lucas hay una larga sección (Lc 9,51-19,28) dedicada al “camino de Jesús hacia Jerusalén” y en ella aparece una serie de parábolas, de relatos muy significativos, que contienen el núcleo esencial del mensaje de Jesús en un lenguaje impactante y muy crítico. Uno de los temas de las parábolas es la economía y en el capítulo 16 encontramos dos, la primera, sobre el dinero injusto (Lc.16,1-15), y la segunda, sobre el hombre rico y Lázaro (Lc.16,19-31) y ambas están estrechamente relacionadas. En ellas Jesús descubre la trampa en la que el dinero, en cuanto aspiración idolátrica de la vida humana, tiene atrapada a la gente. Su mensaje central es la sentencia lapidaria de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc. 16,13). En la parábola del administrador (Lc. 16,1-15) se revela la injusticia de un sistema económico que utiliza el préstamo de dinero con interés para agrandar el abismo existente entre pobres y ricos. El administrador era una persona de confianza, se trataba de un representante del amo, con la capacidad para hacer préstamos, arrendamientos, avales. Al hacer préstamos recibía una comisión en concepto de intereses. Esa comisión aparecía también normalmente en el total de la deuda. Jesús no alaba la injusticia del administrador ni su falta de seriedad. No es la parábola del administrador injusto, sino del administrador listo, porque supo renunciar a los intereses que a él le correspondían. La cuestión central es la renuncia al beneficio propio. Lo que elogia el amo es la sagacidad del administrador por descontar de la deuda total la comisión que le corresponde, ganándose así la amistad de los deudores. El administrador sagaz de la parábola es elogiado porque utiliza su poder para cumplir la ley del Antiguo Testamento (cf. Éx. 22,24-25; Dt. 23,20; Lv. 25,35-38), que prohibía cobrar los intereses de los préstamos y corregir así el sistema económico vigente en la época de Jesús (y también en la nuestra). Aunque en principio fuera por interés personal, la conducta del administrador responde en el fondo a los intereses y planteamientos de una moral económica de los oprimidos, para la cual no los ricos sino los pobres son importantes. Según la parábola, quien tiene dinero y bienes es en realidad, solo administrador de los mismos, no un propietario. La correcta administración de los bienes tiene que responder a las necesidades de los pobres. El dinero (y el sistema económico, incluido el crecimiento económico) no es un fin en sí mismo y solo ha de servir para hacer el bien, especialmente a los más pobres del mundo. En el marco de las dos parábolas de Lc. 16 se diseña, pues, un proyecto de economía alternativa orientado a atender las necesidades de los pobres, orientado a compartir y dar sin esperar nada a cambio. La alternativa entre Dios y el dinero se convierte en un absoluto. Jesús es consciente del atractivo seductor y corruptor de las riquezas y sabe que el dinero es un dios que exige pleitesía y adoración. Cuando el dinero se convierte en dios, se pone en peligro la convivencia humana, se rompen las relaciones familiares, se olvida el perdón, se extorsiona, se roba, se traiciona y se llega hasta quitar la vida del otro. Por eso Jesús declara abiertamente que no se puede servir a Dios y al dinero. José Cervantes Gabarrón

Actividad 7 1. Para algunos, el camino más eficiente para combatir la pobreza es el crecimiento económico acelerado; otro ven que una proporción importante de la pobreza, llamada “pobreza dura”, no puede ser superada por el simple impulso al crecimiento. — Investiga el concepto de “pobreza dura” y las políticas gubernamentales para combatirla. ¿Qué aporte podrían hacer los cristianos en el área técnica de la superación de la pobreza? ¿Lo hacen? 2. Señala cómo se debería entender la frase de Jesús: “¡Felices los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios!” (Lc. 6, 20).

La iniciativa privada y la empresa

La economía se preocupa de la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no solo cuantitativos, sino cualitativos, todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del ser humano y de la sociedad en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Muy por el contrario, la pura acumulación, aun cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de la auténtica felicidad humana. En este sentido, la Iglesia pone en guardia contra la mentira que se esconde tras la simple acumulación de bienes, ya que la excesiva disponibilidad de estos fácilmente hace a hombres y mujeres esclavos de la “posesión” y del goce inmediato. Es la llamada sociedad de consumo que da lugar al consumismo. La Iglesia considera la libertad de la persona en el campo económico un valor fundamental y un derecho muy importante que hay que promover y cuidar. Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos. Catecismo de la Iglesia Católica nº 2429
Es una gran riqueza actualmente que muchas empresas (grandes, medianas y pequeñas) sepan organizar un esfuerzo productivo en vistas a satisfacer necesidades determinadas, que sepan planificar un esfuerzo sostenido en el tiempo, haciendo una inversión racionalmente pensada y asumiendo los riesgos necesarios. Así se hace cada vez más evidente y determinante el papel del trabajo humano, disciplinado y creativo, y el de las capacidades de iniciativa y de espíritu emprendedor, como parte esencial de la economía.

Economía y empresa

Lo propio de las empresas es la capacidad de servir al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios, creando riqueza para toda la sociedad, no solo para los propietarios, sino también para los demás sujetos interesados en su actividad. Además de esta función económica, la empresa desarrolla una función social, creando oportunidades de encuentro, de colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas. Así, la empresa no puede considerarse solo como una “sociedad de capitales”, sino también como una “sociedad de personas”, en la que entran a formar parte de manera diversa los que aportan el capital y los que colaboran con su trabajo. Al pensar en una empresa, quizás la primera idea que se venga a la cabeza es “ganancia”. La Iglesia reconoce el valor del justo beneficio, como primera evidencia del buen funcionamiento de la empresa. Sin embargo, no es el único ni mejor criterio para decir que la empresa cumple su fin. Por ejemplo, puede que los balances económicos sean técnicamente correctos, y que al mismo tiempo los empleados, el recurso más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad, o que la actividad de la organización tenga una grave repercusión sobre el entorno natural. La dimensión ética del desarrollo económico tiene que ver con lo que Goulet llama el “full life model” o “modelo de vida plena”. Cada sociedad tiene un modelo de vida plena que tiene derecho a realizar y ello es lo fundamental en la propuesta del desarrollo integral. Se trata de que las poblaciones puedan expresar qué es para ellas desarrollo, desde su propia visión del mundo y de la vida, desde sus paradigmas. Por ello la primera cuestión sobre el desarrollo es preguntar a las comunidades, a los grupos humanos concretos qué es para ellos el desarrollo; cuando nos lo expliquen con sus sencillas palabras estaremos entendiendo detrás de ello su modelo de vida plena. Esa debe ser la habilidad principal del agente de desarrollo (proactiva). Por ello decimos que el desarrollo no es solo “desde abajo” sino “desde adentro”; es decir, si el desarrollo no parte del espíritu de la gente, no es auténtico desarrollo.

  *tomado de  Humberto Ortiz Roca

En tu cuaderno responde.-
1.- Explica por que razón el endeudamiento que promueve la industria es un "Negocio Perverso"
2.- Cual es la definición de pobreza que da el documento?
3.- Desarrolla las 4 preguntas de la actividad N°5

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