domingo, 12 de junio de 2022

La política al servicio del bien común

 Varones y mujeres son responsables de sus propias decisiones y son capaces de perseguir proyectos que den sentido a sus vidas, en el plano individual y social. 
La apertura a la trascendencia y a los demás es el rasgo que caracteriza y distingue al ser humano: solo en relación con Dios y con los demás, alcanza su plena y completa felicidad. Esto significa que por ser criaturas sociales y políticas por naturaleza, la vida social es una dimensión significativa para la realización humana. Así, desde el punto de vista cristiano, la política tiene su raíz en la naturaleza misma de las personas, cuya conciencia los invita al crecimiento más pleno de cada uno de los miembros de la sociedad, llamados a colaborar permanentemente para realizar el bien común, bajo el impulso de su natural inclinación hacia la verdad y el bien. 

La Sociedad no es una multitud amorfa de individuos, sino un conjunto de personas, cada una de las cuales tiene la capacidad y el derecho de formarse su opinión acerca de los asuntos públicos, y la libertad de expresar su opinión política y hacerla valer de la manera más conveniente para los demás. La sociedad humana... tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del espíritu; a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del prójimo. Juan XXIII, Pacem in Terris (Nº 266)
 
Por eso, el gran valor que tiene la política a los ojos de los cristianos es señalado por los obispos chilenos: Tradicionalmente, la Iglesia ha resaltado la importancia de la actividad política como una forma eximia de ejercer la caridad, es decir, como una forma superior de vivir el amor al prójimo. Los políticos tienen la vocación de velar por el bien común, y eso supone tener un corazón particularmente atento al rumbo de la historia, a generar una legislación que, junto con modernizar la sociedad, esté atenta a las necesidades de los más débiles y vulnerables. También tienen la tarea de ser signos de unidad y de concordia en lo fundamental, en medio de una sociedad que así los anhela y necesita. 
 En camino al bicentenario, no 36 

La política Actualmente, casi la totalidad de la superficie de la Tierra pertenece o forma parte de algún Estado. Esta realidad queda reflejada en los mapas políticos, en los que se representan fronteras que separan diferentes Estados. 
El Estado es la organización política y administrativa de una sociedad que vive en un territorio determinado. La palabra política proviene del griego polis, que significa ‘ciudad’, y se refiere al conjunto de actividades con que se gobierna un Estado. 
Atendiendo a la participación de los ciudadanos en la política, podemos distinguir dos tipos de Estados: La organización política de los Estados democráticos, como el chileno, está constituida por tres poderes independientes: 
Ejecutivo, formado por el/la presidente/a de la República, cuya función es elaborar las leyes que deben presentarse al poder legislativo y ejercer la función de gobierno basándose en dichas leyes y la Constitución; 
Legislativo: formado por el Congreso, con sus cámaras de diputados y senadores, cuyos miembros son elegidos libremente por la ciudadanía. Su misión es debatir y aprobar las leyes presentadas por el poder Ejecutivo, y ejercer la fiscalización sobre la acción del gobierno; 
Judicial: formado por los tribunales: jueces, magistrados, fiscales... Su misión es velar porque las leyes se apliquen bien, hacerlas cumplir a los ciudadanos y sancionar a quienes las infringen. 
Ciudadanos, política e Iglesia 
  • Los ciudadanos de un Estado democrático están obligados a colaborar en la vida pública y política de su país. Esta colaboración o participación puede llevarse a cabo de dos formas: 
  • • Mediante el cumplimiento de sus obligaciones cívicas: votar en las elecciones, participar en asociaciones diversas, manifestar sus opiniones en los medios de comunicación, denunciar irregularidades o injusticias, etc.
  •  • Mediante la afiliación a un determinado partido político, con el fin de difundir a los demás las ideas del partido, o bien trabajando para intentar gobernar el país.
  •  La Iglesia, como comunidad formada por varones y mujeres que siguen a Jesús, se integra a una comunidad política y sus miembros deben participar en ella como ciudadanos, teniendo en cuenta los valores del Evangelio y las enseñanzas magisteriales. En tal sentido, independientemente de las opciones políticas de los cristianos y cristianas, estos tendrán siempre presente la preocupación por los pobres y marginados y demostrarán una actitud de servicio a la comunidad, optando por procedimientos pacíficos y conciliadores en la resolución de conflictos. 
  • Las comunidades políticas y la Iglesia coinciden en un objetivo común: trabajar por una sociedad más justa y fraterna. Esto, ya lo sabemos, no significa que la Iglesia se identifique con una comunidad política o con un partido político concreto; ambas son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Sin embargo, la Iglesia tiene la obligación de orientar la vida y el actuar de los creyentes desde los valores del Evangelio:

 Actividad.- Responde en un mínimo de 3 líneas cada pregunta
 . 1.-¿Qué es la política para ti? 
2.- Como joven, ¿Qué importancia le asignas al plebiscito del mes de septiembre?
 3.- ¿Qué modificaciones le harías a la Constitución Política de 1980? 
4.- Qué reflexión te surge al leer el párrafo de los Obispos “En camino al bicentenario, número 36”

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