La santidad: Dios es Santo
La
historia nos enseña que hay varones y mujeres de mucha calidad
espiritual en todas las religiones y culturas. Con su vida y pensamiento, nos
estimulan a ser mejores, a ser más positivos, a promover el bien con
generosidad y desinterés.
Ellos han buscado ser buenos y sembrar el
bien. Por eso son recordados, admirados y, en muchos casos, imitados.
La idea de santidad" está presente en
todas las religiones, aunque con acentos y perspectivas diversas. En el Antiguo
Testamento, una de las verdades más claras es que solo Dios es santo,
el Santo.
Algunas personas y objetos serán llamados
"santos" en la medida en que Dios los elija y los acerque a Él. Por
lo tanto, todo el pueblo de Israel es santo por tener al Señor en medio
de ellos. Esto significa que el comportamiento de sus miembros y su modo de
vida debe estar guiado por lo que Él quiere, es decir, por el amor, la
justicia, la solidaridad y la obediencia.
El Señor dijo a Moisés:
Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sean santos, porque yo, el
Señor, Dios de ustedes, soy Santo. . Todos ustedes respetarán a su padre y a su
madre y guardarán mis sábados. ¡Yo soy el Señor, su Dios! No
odies en tu corazón a tu hermano; pero corrígelo, no sea que te hagas cómplice
de sus faltas. No te vengarás ni guardarás rencor contra tus compatriotas, sino
que más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo, pues Yo soy el Señor. Al
forastero que viva con ustedes lo mirarán como a uno de ustedes y lo amarás
como a ti mismo, pues ustedes también fueron forasteros en Egipto. ¡Yo soy el
Señor, tu Dios! No cometan injusticia en los juicios, ni en medidas de
longitud, de peso o capacidad; usen balanzas justas, peso y medidas exactas,
¡Yo soy el Señor, el Dios de ustedes, que los saqué del país de Egipto! Guarden
todas mis normas y mis mandamientos. Ustedes los pondrán en práctica. ¡Yo soy
el Señor!
La santidad en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, la santidad está asociada a Jesucristo,
el Santo, y su propuesta de santificarse en el servicio a los demás. La
santidad a la que llama es muy concreta; tanto como dar un vaso de agua, vestir
al desnudo o visitar al encarcelado:
Entonces
dirá el Rey a los de su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, reciban la
herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque
tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed; y me
diste de beber; era forastero, y me acogiste; estaba desnudo, y me vestiste;
enfermo y me visitaste; en la cárcel, y viniste a verme." .::. Mt.
25,34-36"
.
En la tradición de la Iglesia se ha dado mucha
importancia a las personas que han sobresalido en su búsqueda de la perfección
humana y cristiana, según las enseñanzas del Evangelio y los ejemplos de
Jesucristo, quien es llamado "El santo de Dios" (Mc.
1,24)
La santidad cristiana,
de
acuerdo con la revelación, adquiere una particular intensidad de significado,
porque brota de la misma perfección de Dios, "tres veces santo", y
lleva a vivir en Él y para Él.
Para la
Iglesia, son santos y santas todos los que, unidos a Cristo, han recibido
de Él el don del Espíritu Santo, cuya acción fundamental es la
de "santificar", es decir, purificar y transformar al cristiano en un
nuevo Cristo. Por esta razón decimos que la persona santa es, como
Cristo, un testigo del amor de Dios entre nosotros.
La santidad supone un esfuerzo humano para vivir los
valores del Reinado de Dios, pero además se necesita del don que Dios regala a
todos sus hijos e hijas. Don que han recibido todos los bautizados para llegar
a la plenitud de la vida que Él quiere para nosotros.
En Jesús podemos encontrar un ejemplo de esta santidad
que integra muy bien las acciones de liberación, sanación y enseñanza con la
oración, la meditación y la mirada de fe en la vida cotidiana.
En el estribillo de la canción "Envíanos,
Señor" se reconoce la originalidad que ha dejado la santidad en la
vida de quienes han querido seguir al Señor más de cerca:
Danos el amor apasionado de Pedro. La
audacia evangélica de Pablo. Y la fiel intimidad del apóstol Juan. La sencilla
pobreza de Francisco. La alegría servidora de Alberto Hurtado. La entrega
generosa de Laura Vicuña. El silencio misionero de Teresa de Los Andes.
Envíanos, Señor Jesús.
"Santo" significa,
etimológicamente, "separado para Dios" y también "perteneciente
a Dios". Estas dos realidades las vivimos integradas en nuestra
vida cristiana. Podemos decir que nos separamos de todo aquello que es
contrario al querer de Dios; y que también le pertenecemos a Dios
en cuanto que cada ser humano es valioso porque es "propiedad de
Dios". La santidad cristiana es un don de Dios y es, al
mismo tiempo, una vocación y misión para todos los discípulos
del Señor.
Se construye día a día, con la ayuda
indispensable del Espíritu Santo que invita a la oración, a la celebración de
los sacramentos, a la vivencia del Evangelio y al amor fraterno, como lo ha
enseñado y testimoniado Jesús. Se trata, en pocas palabras, de llevar a la
perfección la vida cristiana". Perfección a la cual todos estamos llamados
por el mismo Señor cuando nos dijo: "Sean perfectos como mi padre es
perfecto" (Mt. 5, 48).
Chile, tierra de santos y santas
Tenemos la gracia de contar con dos
chilenos que han sido declarados santos por la Iglesia. Ellos representan dos
estilos tradicionales de vivir la vocación cristiana: la oración y la acción
social. Es por eso que:
• valoramos el testimonio de vida
cristiana del Padre San Alberto Hurtado,
una verdadera visita de Dios a nuestra patria.
Nos conmovemos con la mística y gozosa
espiritualidad juvenil de Santa Teresa
de Los Andes
También la Beata Laura Vicuña, nacida en Santiago en el año1891, quien
ofreció su vida para sacar a su madre del pecado. Fue Beatificada el 3 de
septiembre de 1988 por el Papa Juan Pablo II.
Ellos, juntos con muchos otros chilenos y
chilenas, conocidos y desconocidos, son para nosotros ejemplos estimulantes de
la posibilidad de crecer cada día más en la "calidad de vida
cristiana". Pero, ¿cuántos más son los santos y santas chilenos que, en el
anonimato, viven heroicamente la fe?
A veces son personas que pasan a nuestro
lado, o estudian con nosotros, o viven cerca de nosotros, (tú estás llamado a
la santidad). Son aquellos que luchan
por la defensa de los derechos humanos, (los que en estos días luchan contra el
“corona virus” en la llamada primera
línea,) los que hacen las cosas bien y con responsabilidad, los que actúan
con honestidad, aunque el resto no lo haga, lo que usan su tiempo libre para el
sano esparcimiento o la participación en grupos solidarios.
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