domingo, 12 de junio de 2022

La Santidad, Dios es Santo

 La santidad: Dios es Santo

 

 La historia nos enseña que hay varones y mujeres de mucha calidad espiritual en todas las religiones y culturas. Con su vida y pensamiento, nos estimulan a ser mejores, a ser más positivos, a promover el bien con generosidad y desinterés.

 Ellos han buscado ser buenos y sembrar el bien. Por eso son recordados, admirados y, en muchos casos, imitados.

La idea de santidad" está presente en todas las religiones, aunque con acentos y perspectivas diversas. En el Antiguo Testamento, una de las verdades más claras es que solo Dios es santo, el Santo.

Algunas personas y objetos serán llamados "santos" en la medida en que Dios los elija y los acerque a Él. Por lo tanto, todo el pueblo de Israel es santo por tener al Señor en medio de ellos. Esto significa que el comportamiento de sus miembros y su modo de vida debe estar guiado por lo que Él quiere, es decir, por el amor, la justicia, la solidaridad y la obediencia. 

 

El Señor dijo a Moisés: Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sean santos, porque yo, el Señor, Dios de ustedes, soy Santo. . Todos ustedes respetarán a su padre y a su madre y guardarán mis sábados. ¡Yo soy el Señor, su Dios! No odies en tu corazón a tu hermano; pero corrígelo, no sea que te hagas cómplice de sus faltas. No te vengarás ni guardarás rencor contra tus compatriotas, sino que más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo, pues Yo soy el Señor. Al forastero que viva con ustedes lo mirarán como a uno de ustedes y lo amarás como a ti mismo, pues ustedes también fueron forasteros en Egipto. ¡Yo soy el Señor, tu Dios! No cometan injusticia en los juicios, ni en medidas de longitud, de peso o capacidad; usen balanzas justas, peso y medidas exactas, ¡Yo soy el Señor, el Dios de ustedes, que los saqué del país de Egipto! Guarden todas mis normas y mis mandamientos. Ustedes los pondrán en práctica. ¡Yo soy el Señor! 

 

 La santidad en el Nuevo Testamento 

En el Nuevo Testamento, la santidad está asociada a Jesucristo, el Santo, y su propuesta de santificarse en el servicio a los demás. La santidad a la que llama es muy concreta; tanto como dar un vaso de agua, vestir al desnudo o visitar al encarcelado: 

Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed; me diste de beber; era forastero, y me acogiste; estaba desnudo, y me vestiste; enfermo y me visitaste; en la cárcel, y viniste a verme." .::.    Mt. 25,34-36" 

 

En la tradición de la Iglesia se ha dado mucha importancia a las personas que han sobresalido en su búsqueda de la perfección humana y cristiana, según las enseñanzas del Evangelio y los ejemplos de Jesucristo, quien es llamado "El santo de Dios" (Mc. 1,24)

 

La santidad cristiana,

 de acuerdo con la revelación, adquiere una particular intensidad de significado, porque brota de la misma perfección de Dios, "tres veces santo", y lleva a vivir en Él y para Él.

 

 Para la Iglesia, son santos y santas todos los que, unidos a Cristo, han recibido de Él el don del Espíritu Santo, cuya acción fundamental es la de "santificar", es decir, purificar y transformar al cristiano en un nuevo Cristo. Por esta razón decimos que la persona santa es, como Cristo, un testigo del amor de Dios entre nosotros.

La santidad supone un esfuerzo humano para vivir los valores del Reinado de Dios, pero además se necesita del don que Dios regala a todos sus hijos e hijas. Don que han recibido todos los bautizados para llegar a la plenitud de la vida que Él quiere para nosotros.

En Jesús podemos encontrar un ejemplo de esta santidad que integra muy bien las acciones de liberación, sanación y enseñanza con la oración, la meditación y la mirada de fe en la vida cotidiana.

 En el estribillo de la canción "Envíanos, Señor" se reconoce la originalidad que ha dejado la santidad en la vida de quienes han querido seguir al Señor más de cerca: 

 

Danos el amor apasionado de Pedro. La audacia evangélica de Pablo. Y la fiel intimidad del apóstol Juan. La sencilla pobreza de Francisco. La alegría servidora de Alberto Hurtado. La entrega generosa de Laura Vicuña. El silencio misionero de Teresa de Los Andes. Envíanos, Señor Jesús. 

 

"Santo" significa, etimológicamente, "separado para Dios" y también "perteneciente a Dios". Estas dos realidades las vivimos integradas en nuestra vida cristiana. Podemos decir que nos separamos de todo aquello que es contrario al querer de Dios; y que también le pertenecemos a Dios en cuanto que cada ser humano es valioso porque es "propiedad de Dios". La santidad cristiana es un don de Dios y es, al mismo tiempo, una vocación y misión para todos los discípulos del Señor.

Se construye día a día, con la ayuda indispensable del Espíritu Santo que invita a la oración, a la celebración de los sacramentos, a la vivencia del Evangelio y al amor fraterno, como lo ha enseñado y testimoniado Jesús. Se trata, en pocas palabras, de llevar a la perfección la vida cristiana". Perfección a la cual todos estamos llamados por el mismo Señor cuando nos dijo: "Sean perfectos como mi padre es perfecto" (Mt. 5, 48). 

 

Chile, tierra de santos y santas

Tenemos la gracia de contar con dos chilenos que han sido declarados santos por la Iglesia. Ellos representan dos estilos tradicionales de vivir la vocación cristiana: la oración y la acción social. Es por eso que: 

 

• valoramos el testimonio de vida cristiana del Padre San Alberto Hurtado, una verdadera visita de Dios a nuestra patria.

Nos conmovemos con la mística y gozosa espiritualidad juvenil de Santa Teresa de Los Andes

También la Beata Laura Vicuña, nacida en Santiago en el año1891, quien ofreció su vida para sacar a su madre del pecado. Fue Beatificada el 3 de septiembre de 1988 por el Papa Juan Pablo II.

 Ellos, juntos con muchos otros chilenos y chilenas, conocidos y desconocidos, son para nosotros ejemplos estimulantes de la posibilidad de crecer cada día más en la "calidad de vida cristiana". Pero, ¿cuántos más son los santos y santas chilenos que, en el anonimato, viven heroicamente la fe

A veces son personas que pasan a nuestro lado, o estudian con nosotros, o viven cerca de nosotros, (tú estás llamado a la santidad).  Son aquellos que luchan por la defensa de los derechos humanos, (los que en estos días luchan contra el “corona virus” en la llamada primera línea,) los que hacen las cosas bien y con responsabilidad, los que actúan con honestidad, aunque el resto no lo haga, lo que usan su tiempo libre para el sano esparcimiento o la participación en grupos solidarios.

La santidad está más cerca de nosotros de lo que pensamos. Y es algo que lo palpamos en esta vida. No es necesaria la muerte para que podamos decir: "era una persona santa, muy buena, que será difícil olvidar

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