jueves, 17 de octubre de 2019

economía en el marco del Reinado de Dios



La economía en el marco del Reinado de Dios

Jesús, más que hablar sobre el tema de la riqueza y la pobreza en sí, puso el tema económico en el marco del Reinado de Dios, que es una nueva convivencia en la justicia y en la solidaridad. Liberados del mal y reincorporados en la comunión con Dios, todo varón y mujer pueden continuar la obra de Jesús como cristianos en la Iglesia, con la ayuda de su Espíritu, para:
• Hacer justicia a los pobres.
• Buscar activamente un nuevo orden social, en el que se ofrezcan soluciones adecuadas
a la pobreza material.
• Combatir de un modo más eficaz las fuerzas que impiden que los más débiles se liberen
de su miseria.
Cuando esto sucede, el Reino de Dios comienza a surgir sobre esta tierra.

La economía de la solidaridad

Los cristianos y cristianas, a la luz de la Revelación, consideran que la actividad económica es una respuesta agradecida a los dones que Dios entrega a la humanidad. Los seres humanos custodian los dones recibidos de su mano generosa, usándolos con el compromiso de perfeccionar su propia vida, la de los demás y del mundo entero.
Una buena administración de los dones recibidos, incluidos los materiales, es una obra de justicia hacia sí mismo y hacia los demás hombres: lo que se recibe ha de ser bien usado, conservado y multiplicado.

La economía es útil cuando no traiciona su función de medio para el crecimiento integral del hombre y de las sociedades, en pro de la calidad humana de la vida. La economía de la solidaridad es un proceso dinámico y multifacético en el que se aplica el criterio iluminado por la moral social cristiana. Se piensa que la relación entre la economía y la solidaridad es un modo de paliar algunos defectos de la economía, o de resolver ciertos problemas que la economía no ha podido superar y se echa mano de la compasión y la colecta generosa de recursos. Este punto de vista hace ver la solidaridad únicamente como forma de compartir los recursos y ayudar a los que resultan desfavorecidos o son excluidos por un sistema económico.

Sin embargo, la solidaridad debe introducirse en la economía misma, y operar en las diversas fases del proceso económico: en la producción, distribución, consumo y acumulación.

Y comparecer también en la teoría económica, superando una ausencia muy notoria en una disciplina en la cual el concepto de solidaridad pareciera no encajar espontáneamente.
La riqueza existe para ser compartida
Los cristianos afirman que los bienes, aun cuando sean poseídos legítimamente por alguien, siempre tienen un destino universal. Si esto es así, entonces no está bien la acumulación indebida, ya que contradice el destino universal que Dios creador les dio. Jesús libera al ser humano de manera completa, también de este apego desordenado a las riquezas.


Desde la vida cristiana

Pobreza e ingreso
Se define la pobreza humana por el empobrecimiento en múltiples dimensiones: la privación en cuanto a una vida larga saludable, en cuanto a conocimiento, en cuanto a un nivel decente de vida, en cuanto a participación. Por el contrario, se define la pobreza de ingreso por la privación en una sola dimensión, el ingreso, ya sea porque se considera que ese es el único empobrecimiento que interesa o que toda privación puede reducirse a un denominador común. El concepto de pobreza humana considera que la falta de ingreso suficiente es un factor importante de privación humana,
pero no el único. Ni, según ese concepto, puede todo empobrecimiento reducirse al ingreso. Si el ingreso no es la suma total de la vida humana, la falta de ingreso no puede ser la suma total de la
privación humana.

Moral y economía

La Iglesia insiste en los fuertes vínculos que existen entre la moral y la economía. Reconocer los fundamentos matemáticos y sociales de la economía no significa rechazar como irracional una argumentación que sea trascendente, ya que el fin de la economía no está en ella misma, sino en su destinación humana y social. A la economía, en efecto, no se le confía el fin de la realización del varón y la mujer en la buena convivencia humana, sino solo una tarea parcial, aunque importante: la producción, la distribución y el consumo de bienes materiales y de servicios.

Es un deber para los seres humanos desarrollar de manera eficiente la actividad económica, ya que de otro modo se desperdiciarían los recursos; pero para el cristiano no es aceptable un crecimiento económico obtenido con daño a la persona, a su dignidad, pasando a llevar los derechos de grupos sociales y pueblos enteros.
En el corazón del evangelio de Lucas hay una larga sección (Lc 9,51-19,28) dedicada al “camino
de Jesús hacia Jerusalén” y en ella aparece una serie de parábolas, de relatos muy significativos,
que contienen el núcleo esencial del mensaje de Jesús en un lenguaje impactante y muy crítico.
Uno de los temas de las parábolas es la economía y en el capítulo 16 encontramos dos, la primera,
sobre el dinero injusto (Lc.16,1-15), y la segunda, sobre el hombre rico y Lázaro (Lc.16,19-31) y
ambas están estrechamente relacionadas. En ellas Jesús descubre la trampa en la que el dinero,
en cuanto aspiración idolátrica de la vida humana, tiene atrapada a la gente. Su mensaje central
es la sentencia lapidaria de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc. 16,13).

En la parábola del administrador (Lc. 16,1-15) se revela la injusticia de un sistema económico
que utiliza el préstamo de dinero con interés para agrandar el abismo existente entre pobres y
ricos. El administrador era una persona de confianza, se trataba de un representante del amo, con la capacidad para hacer préstamos, arrendamientos, avales. Al hacer préstamos recibía una comisión en concepto de intereses. Esa comisión aparecía también normalmente en el total de la deuda. Jesús no alaba la injusticia del administrador ni su falta de seriedad. No es la parábola del administrador injusto, sino del administrador listo, porque supo renunciar a los intereses que a él le correspondían. La cuestión central es la renuncia al beneficio propio. Lo que elogia el amo es la sagacidad del administrador por descontar de la deuda total la comisión que le corresponde, ganándose así la amistad de los deudores.

El administrador sagaz de la parábola es elogiado porque utiliza su poder para cumplir la ley del
Antiguo Testamento (cf. Éx. 22,24-25; Dt. 23,20; Lv. 25,35-38), que prohibía cobrar los intereses
de los préstamos y corregir así el sistema económico vigente en la época de Jesús (y también
en la nuestra). Aunque en principio fuera por interés personal, la conducta del administrador
responde en el fondo a los intereses y planteamientos de una moral económica de los oprimidos,
para la cual no los ricos sino los pobres son importantes. Según la parábola, quien tiene dinero y bienes es en realidad, solo administrador de los mismos, no un propietario. La correcta administración de los bienes tiene que responder a las necesidades de los pobres. El dinero (y el
sistema económico, incluido el crecimiento económico) no es un fin en sí mismo y solo ha de servir para hacer el bien, especialmente a los más pobres del mundo. En el marco de las dos parábolas de Lc. 16 se diseña, pues, un proyecto de economía alternativa orientado a atender las necesidades de los pobres, orientado a compartir y dar sin esperar nada a cambio.

La alternativa entre Dios y el dinero se convierte en un absoluto. Jesús es consciente del atractivo seductor y corruptor de las riquezas y sabe que el dinero es un dios que exige pleitesía y adoración. Cuando el dinero se convierte en dios, se pone en peligro la convivencia humana, se rompen las relaciones familiares, se olvida el perdón, se extorsiona, se roba, se traiciona y sellega hasta quitar la vida del otro. Por eso Jesús declara abiertamente que no se puede servir a Dios y al dinero.

Desde la vida cristiana

La iniciativa privada y la empresa
La economía se preocupa de la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no solo cuantitativos, sino cualitativos, todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del ser humano y de la sociedad en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Muy por el contrario, la pura acumulación, aun cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de la auténtica felicidad humana.

En este sentido, la Iglesia pone en guardia contra la mentira que se esconde tras la simple acumulación de bienes, ya que la excesiva disponibilidad de estos fácilmente hace a hombres y mujeres esclavos de la “posesión” y del goce inmediato. Es la llamada sociedad de consumo que da lugar al consumismo.
La Iglesia considera la libertad de la persona en el campo económico un valor fundamental y un derecho muy importante que hay que promover y cuidar.
Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos.

Es una gran riqueza actualmente que muchas empresas (grandes, medianas y pequeñas) sepan organizar un esfuerzo productivo en vistas a satisfacer necesidades determinadas, que sepan planificar un esfuerzo sostenido en el tiempo, haciendo una inversión racionalmente pensada y asumiendo los riesgos necesarios. Así se hace cada vez más evidente y determinante el papel del trabajo humano, disciplinado y creativo, y el de las capacidades de iniciativa y de espíritu emprendedor, como parte esencial de la economía.

Economía y empresa
Lo propio de las empresas es la capacidad de servir al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios, creando riqueza para toda la sociedad, no solo para los propietarios, sino también para los demás sujetos interesados en su actividad. Además de esta función económica, la empresa desarrolla una función social, creando oportunidades de encuentro, de colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas.

Así, la empresa no puede considerarse solo como una “sociedad de capitales”, sino también como una “sociedad de personas”, en la que entran a formar parte de manera diversa los que aportan el capital y los que colaboran con su trabajo.
Al pensar en una empresa, quizás la primera idea que se venga a la cabeza es “ganancia”.

La Iglesia reconoce el valor del justo beneficio, como primera evidencia del buen funcionamiento de la empresa. Sin embargo, no es el único ni mejor criterio para decir que la empresa cumple su fin. Por ejemplo, puede que los balances económicos sean técnicamente correctos, y que al mismo tiempo los empleados, el recurso más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad, o que la actividad de la organización tenga una grave repercusión sobre el entorno natural.

La dimensión ética del desarrollo económico tiene que ver con lo que Goulet llama el “full life
model” o “modelo de vida plena”. Cada sociedad tiene un modelo de vida plena que tiene derecho
a realizar y ello es lo fundamental en la propuesta del desarrollo integral. Se trata de que las
poblaciones puedan expresar qué es para ellas desarrollo, desde su propia visión del mundo y
de la vida, desde sus paradigmas.
Por ello la primera cuestión sobre el desarrollo es preguntar a las comunidades, a los grupos
humanos concretos qué es para ellos el desarrollo; cuando nos lo expliquen con sus sencillas
palabras estaremos entendiendo detrás de ello su modelo de vida plena. Esa debe ser la habilidad
principal del agente de desarrollo (proactiva).
Por ello decimos que el desarrollo no es solo “desde abajo” sino “desde adentro”; es decir, si el
desarrollo no parte del espíritu de la gente, no es auténtico desarrollo.

Humberto Ortiz Roca
Actividad 1.-
1.- De acuerdo al texto, ¿Cuándo comienza a surgir el Reino de Dios en la tierra?
2.- Qué es la economía de la solidaridad?
3.- Cuáles son las faces del proceso económico?
4.- Qué es la pobreza humana?
5.- Que es la pobreza de ingreso?
6.- Por qué Jesús elogia al administrador astuto (Pillo)

Actividad 2.-

Breve sobre Clotario Blest Riffo


        CLotario Blest Riffo
Autor                    Matus de la Parra Terán, Patricia;
Profesor guía     Santa Cruz, Eduardo;
Resumen
El movimiento de los trabajadores en nuestro país se desarrolla a comienzos del siglo XX de la mano de las primeras manifestaciones contra la calidad de vida que otorgaban empresarios ingleses y alemanes explotadores de las riquezas salitreras de Chile. En este contexto se levanta la figura del líder sindical Luis Emilio Recabarren; tipógrafo, fundador del Partido Obrero Socialista (POS) en 1912 y del Partido Comunista de Chile (PC) en 1922 quién comienza a ligar este movimiento a las construcciones culturales, educacionales y políticas. No sólo con la fundación de los partidos, sino también con la publicación de la primera prensa obrera y con la premisa de educar a los trabajadores, generando una estructura del sindicalismo como herramienta completa de transformación. A partir de esto es que durante todo el siglo XX se levantan agrupaciones y líderes que responden a estos ejes y que comienzan a contribuir al desarrollo del sindicalismo como lugar legítimo de defensa de sus derechos y demandas. Bajo estas premisas se alza la figura de Clotario Blest Riffo; cristiano, consecuente y férreo defensor de los derechos de los trabajadores. En 1938, ante la prohibición de la creación de sindicatos y como una forma de organizar a los obreros, genera la Asociación Deportiva de Instituciones Públicas (ADIP), como antesala gremial de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), creada en 1943. De ahí en adelante y buscando mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores Blest será un férreo sostenedor de la necesidad de la unidad obrera como motor para lograr las demandas. Para esto preside la conformación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en 1953, y de ahí en adelante se transforma en un líder indiscutido e incorruptible que será parte de cada una de las trincheras de la clase trabajadora y de la defensa de los derechos humanos cuando llega la dictadura de Augusto Pinochet en 1973. Un siglo entero en que Blest entrega su vida como sinónimo de consecuencia y lealtad. Es a partir de él que se configura el trabajo de esta memoria.

Blest dejó su corazón en las calles, en cada marcha sus zapatos gastados recorrieron junto con los gritos y banderas cada injusticia, cada defensa por los trabajadores, por el hombre. Cuestionó desde pequeño cada una de las situaciones que se le presentaban, como cuando  tenía que ir junto a su madre por la puerta de atrás de la casa de los aristocráticos Blest Gana a pedir alimentos y dinero.
Hace un tiempo que se encontraba en su casa derruida y provinciana de la calle Ricardo Santa Cruz. Allí, junto a gatos y palomas, pasaba sus días mirando por un ventanal con vista hacia un peral y un naranjo.
Algunos medios de comunicación volvían a él para consultarle sobre el movimiento de los trabajadores, pero cada vez con menos frecuencia. La revista Análisis y la revista Apsi lograron entrevistarlo en su casa, un poco antes de que sus compañeros de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) lo llevaran a la Recoleta Franciscana. En ésta primera narración se relata lo siguiente: “El creía en la independencia del movimiento sindical y no necesitaba cargos para hacerse escuchar”[2]. En esta última conversación con Análisis, Clotario Blest estaba metido en la cama con su overol azul sobre el pijama, un rosario, rodeado de crucifijos y banderines sindicales, mientras los gatos y las palomas merodeaban amistosos. “La vida, en una palabra, sin dar discursos, son las enseñanzas de Cristo, y punto. El evangelio, Cristo… no hay nada más. Él es el único que puede darnos dignidad”, dijo. Y luego se disculpó. Estaba cansado, quería dormitar un poco.

Clotario deseaba morir en su vieja casa de Ricardo Santa Cruz, con sus gatos y palomas, con sus amigos y secretarios Oscar Ortiz y Francisco Díaz. Pero las cosas fueron un poco distintas. Varios discursos pomposos de quiénes raramente lo fueron a visitar en los últimos años, la aparición inesperada y necesaria del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y un gato blanco que  a metros de distancia le hizo guardia a su cadáver durante su velatorio “quieto, terriblemente quieto”[3].
Se nos va Blest
Es el primero de mayo de 1989. Las masas de trabajadores se instalan aplastantes para dar inicio al acto, entre la multitud se siente vociferaciones: “¡Clotario, amigo, el pueblo está contigo! ¡Clotario, amigo, el pueblo está contigo!” Son pobladores, obreros y estudiantes de todas las edades. Blest levanta su mano saludando, sonríe. Sigue caminando con ayuda de trabajadores de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). El día es caluroso, su cuerpo se ha vuelto más frágil con los años. En su chaqueta lleva un parche de tela con la sigla CUT, en sus brazos la bandera de Chile. Desde el escenario comienzan a señalar su llegada y dan paso a darle la bienvenida. De improviso su cuerpo se desploma entre la multitud. El alboroto es tremendo, lo suben a un  automóvil  Nissan café y se lo llevan al Hospital del Trabajador.
De ahí en adelante se quedó en la Iglesia Franciscana. Fray Ovidio relata que se sentaba siempre mirando al cerro San Cristóbal la imagen de la virgen María, le gustaba que le leyeran las noticias, que le pusieran música. Ahí recordaba sus inicios: de cómo el padre Fernando Vives Solar había sido el primero en inculcarle la lucha obrera, por los desposeídos, por los que no tienen voz.

En 1988 fue nombrado presidente honorario de la CUT, durante toda su trayectoria fue detenido innumerables veces. Era llevado a las cárceles más peligrosas de Santiago, y siempre salía de ellas con profunda emoción: era tratado como un rey, le cedían camas, le llevaban el desayuno. Tantas veces estuvo Blest detenido que le acuñaron el término “cloteaste”. Cada vez que alguien era detenido o perdía en alguna situación “cloteaba” palabra que se mantiene hasta el día de hoy y que proviene de la derivación de su nombre, Clotario.
Con los años seguía yendo a las marchas con la misma fuerza, los trabajadores y cercanos lo recuerdan en Plaza de Armas protestando frente a la Catedral. Siendo apaleado, sangrando. Siempre terminaba en el suelo, razón por lo cual los dirigentes de la Anef instalaban dos encargados que se preocuparan de él. Antes, cuando era más joven, y anteponiéndose a que las fuerzas policiales lo amedrentaran, se metía al carro de Carabineros solo. Sabía que siempre terminaría detenido.
Él no paraba. Días antes de su muerte había sido visitado por el presidente Patricio Aylwin, un alivio en parte para Blest que siempre exclamaba en sus entrevistas que no quería morir hasta que el tirano (el dictador Augusto Pinochet) se retirara del palacio de Gobierno. Encuentro que le alegró mucho y  le permitió intercambiar algunas palabras con el primer mandatario en una época que aún el dolor y las grandes diferencias en el país estaban latentes, por sobre todo con las Fuerzas Armadas.
La noche del 30 de mayo se estaba iniciando complicada. Clotario se encontraba recostado en su cama, sus ojos a ratos se iban y lo único que repetía era “compañeros vengan, compañeros vengan”. El fray Ovidio comienza a rezar, Blest gira su cuerpo hacia la muralla y comienza a rezar varios “Dios te salve María” por cerca de una hora. El fray le insiste a don Clota, le dice que se “entregue”. A lo cual finalmente accede. Una fría madrugada de mayo a las 3:45 fallece a los 91 años el líder sindical Clotario Blest.

De inmediato dan aviso al ministro provincial de los franciscanos, y al presidente de la Anef de esa época Hernol Flores. Preparan la capilla ardiente, le ponen su típico e inseparable overol azul, una cuerda franciscana amarrada a su cintura y sin zapatos, como un miembro más de la Iglesia Franciscana. Se le avisa también al presidente de la Central Unitaria, Manuel Bustos.
Todo el día 31 el cuerpo de Blest es velado en la Recoleta Franciscana, siendo visitado por cientos de trabajadores con sus familias y personalidades del mundo político. A las 11 de la mañana del día siguiente, Manuel Bustos hace un llamado para que todos los trabajadores a lo largo de Chile hicieran un minuto de silencio. Luego, cerca del mediodía una carroza del Hogar de Cristo llega hasta la puerta para trasladarlo a la Iglesia San Francisco de la Alameda. Llevan el ataúd el Ministro del Trabajo y su Subsecretario, René Cortázar y Eduardo Loyola.

A las 17:13 minutos el cortejo se dispone para partir rumbo al Cementerio General. Frailes franciscanos llevan sobre sus hombros el ataúd de Blest. Las calles están repletas. Cuando entre la gente los murmullos comienzan a ensordecer. Sin previo aviso un grupo de encapuchados del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, les arrebatan el féretro de Blest, coreando consignas dan la vuelta por la calle Paris para luego aparecer por Londres y entregarlo nuevamente. Para ellos, don Clota también es parte de su historia y de la lucha de izquierda.

Un adiós al trabajo más constante por la unidad de los trabajadores, por legislaciones justas, por la consecuencia. Nació pobre y murió pobre, como siempre lo quiso. Atrás quedaron sus gatos, sus palomas, su perro “el Momio”, sus desayunos diarios en el Sindicato de Panificadores, sus largas caminatas a la Iglesia, la lucha en el Comité por la Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales, sus largos y estremecedores discursos, sus fotos con el Ché, sus libros de Ghandi, sus muebles roñosos en la casa de Ricardo Santa Cruz, las respiraciones agitadas detrás de la mampara de su hogar en espera de refugio, sus respuestas incorruptibles, sus cientos de detenciones durante el gobierno de Ibáñez del Campo, su descontento, su alegría cuando se ganaba una propuesta justa. Ahora sólo queda el cariño y el respeto de cientos de trabajadores que se unían en su lucha y que hoy lo usan como bandera para lograr y recuperar la ansiada unidad.
Los trabajadores hoy piden que se respeten sus horarios de trabajo, que les paguen los días que corresponden, que tengan sala cuna para ver a sus hijos. Medidas básicas. Atrás quedaron las marchas que paraban al 90 por ciento del país por reformas de base, por leyes nuevas, por la mejora de la vida obrera. Hoy la historia de la CUT es entregada en un DVD auspiciado por el Gobierno de Chile.

En tu cuaderno responde:

1.- Quién fue Luis Emilio Recabarren?
2.-Que instituciones creo Don Clotario?
3.-Desarrolla brevemente.-
a.- Clotario Blest y la CUT
b.- Don Clotario y su vida de Fe
c.- Funeral de don Clotario

miércoles, 2 de octubre de 2019

Realidad latinoamericana según Aparecida




2.1.2 Situación económica de américa latina

 60. El Papa, en su Discurso Inaugural, ve la globalización como un fenómeno “de relaciones de nivel planetario”, considerándolo “un logro de la familia humana”, porque favorece el acceso a nuevas tecnologías, mercados y finanzas. Las altas tasas de crecimiento de nuestra economía regional y, particularmente, su desarrollo urbano, no serían posibles sin la apertura al comercio internacional, sin acceso a las tecnologías de última generación, sin la participación de nuestros científicos y técnicos en el desarrollo internacional del conocimiento, y sin la alta inversión registrada en los medios electrónicos de comunicación. Todo ello lleva también aparejado el surgimiento de una clase media tecnológicamente letrada. Al mismo tiempo, la globalización se manifiesta como la profunda aspiración del género humano a la unidad. No obstante estos avances, el Papa también señala que la globalización “comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo”. Por ello, Benedicto  XVI enfatiza que, como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.

 La globalización es un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones (económicas, políticas, culturales, comunicacionales, etc). Para su justa valoración, es necesaria una comprensión analítica y diferenciada que permita detectar tanto sus aspectos positivos como negativos. Lamentablemente, la cara más extendida y exitosa de la globalización es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las otras dimensiones de la vida humana. En la globalización, la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la globalización un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples. La globalización, tal y como está configurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar en función de valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado.
 62. Conducida por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la globalización sigue una dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de pocos, no sólo de los recursos físicos y monetarios, sino sobre todo de la información y de los recursos humanos, lo que produce la exclusión de todos aquellos no suficientemente capacitados e informados, aumentando las desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que mantienen en la pobreza a una multitud de personas. La pobreza hoy es pobreza de conocimiento y del uso y acceso a nuevas tecnologías. Por eso, es necesario que los empresarios asuman su responsabilidad de crear más fuentes de trabajo y de invertir en la superación de esta nueva pobreza. 

63. No se puede negar que el predominio de esta tendencia no elimina la posibilidad de formar pequeñas y medianas empresas, que se asocian al dinamismo exportador de la economía, le prestan servicios colaterales o bien aprovechan nichos específicos del mercado interno. Sin embargo, su fragilidad económica y financiera y la pequeña escala en que se desenvuelven, las hacen extremadamente vulnerables frente a las tasas de interés, el riesgo cambiario, los costos previsionales y la variación en los precios de sus insumos. La debilidad de estas empresas se asocia a la precariedad del empleo que están en condiciones de ofrecer. Sin una política de protección específica de los Estados frente a ellas, se corre el riesgo de que las economías de escala de los grandes consorcios termine por imponerse como única forma determinante del dinamismo económico.

64. Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de América Latina y El Caribe no sólo el Continente de la esperanza, sino también el Continente del amor, como lo propuso SS. Benedicto XVI en el Discurso Inaugural de esta Conferencia.

65. Esto nos debería llevar a contemplar los rostros de quienes sufren. Entre ellos, están las comunidades indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socio económica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores y víctima de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH - SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvidamos tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles. Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna. Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y “desechables”.
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66.- Las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones, especialmente cuando se trata de inversiones de largo plazo y sin retorno inmediato. Las industrias extractivas internacionales y la agroindustria, muchas veces, no respetan los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales y no asumen sus responsabilidades. Con mucha frecuencia, se subordina la preservación de la naturaleza al desarrollo económico, con daños a la biodiversidad, con el agotamiento de las reservas de agua y de otros recursos naturales, con la contaminación del aire y el cambio climático. Las posibilidades y eventuales problemas de la producción de agro combustibles deben ser estudiadas, de tal manera que prevalezca el valor de la persona humana y de sus necesidades de supervivencia. América Latina posee los acuíferos más abundantes del planeta, junto con grandes extensiones de territorio selvático, que son pulmones de la humanidad. Así, se dan gratuitamente al mundo servicios ambientales que no son reconocidos económicamente. La región se ve afectada por el recalentamiento de la tierra y el cambio climático provocado principalmente por el estilo de vida no sostenible de los países industrializados.

 67. La globalización ha vuelto frecuente la celebración de Tratados de Libre Comercio entre países con economías asimétricas, que no siempre benefician a los países más pobres. Al mismo tiempo, se presiona a los países de la región con exigencias desmedidas en materia de propiedad intelectual, a tal punto que se permite derechos de patente sobre la vida en todas sus formas. Además, la utilización de organismos genéticamente manipulados muestra que no siempre contribuye la globalización ni al combate contra el hambre ni al desarrollo rural sostenible.

68. Aunque se ha progresado muchísimo en el control de la inflación y en la estabilidad macroeconómica de los países de la región, muchos gobiernos se encuentran severamente limitados para el financiamiento de sus presupuestos públicos por los elevados servicios de la deuda externa e interna, mientras, por otro lado, no cuentan con sistemas tributarios verdaderamente eficientes, progresivos y equitativos.
 69. La actual concentración de renta y riqueza se da principalmente por los mecanismos del sistema financiero. La libertad concedida a las inversiones financieras favorecen al capital especulativo, que no tiene incentivos para hacer inversiones productivas de largo plazo, sino que busca el lucro inmediato en los negocios con títulos públicos, monedas y derivados. Sin embargo, según la Doctrina Social de la Iglesia, el objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Al contrario, la pura acumulación, aun cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de una auténtica felicidad humana. La empresa está llamada a prestar una contribución mayor en la sociedad, asumiendo la llamada responsabilidad social-empresarial desde esa perspectiva.

70. Es también alarmante el nivel de la corrupción en las economías, que involucra tanto al sector público como al sector privado, a lo que se suma una notable falta de transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía. En muchas ocasiones, la corrupción está   vinculada al flagelo del narcotráfico o del narconegocio y, por otra parte, viene destruyendo el tejido social y económico en regiones enteras.

 71. La población económicamente activa de la región está afectada por el sub empleo (42%) y el desempleo (9%), y casi la mitad está empleada en trabajo informal. El trabajo formal, por su parte, se ve sometido a la precariedad de las condiciones de empleo y a la presión constante de subcontratación, lo que trae consigo salarios más bajos y desprotección en el campo de seguridad social, no permitiendo a muchos el desarrollo de una vida digna. En este contexto, los sindicatos pierden la posibilidad de defender los derechos de los trabajadores. Por otro lado, se pueden destacar fenómenos positivos y creativos para enfrentar esta situación de parte de los afectados, quienes vienen impulsando diversas experiencias, como por ejemplo, micro finanzas, economía local y solidaria, y comercio justo.
72. Los campesinos, en su mayoría, sufren a causa de la pobreza, agravada por no tener acceso a tierra propia. Sin embargo, existen grandes latifundios en manos de unos pocos. En algunos países, esta situación ha llevado a la población a demandar una Reforma Agraria, estando atentos a los males que puedan ocasionarles los Tratados de Libre Comercio, la manipulación de la droga y otros factores.
73. Uno de los fenómenos más importantes en nuestros países es el proceso de movilidad humana, en su doble expresión de migración e itinerancia, en que millones de personas migran o se ven forzadas a migrar, dentro y fuera de sus respectivos países. Las causas son diversas y están relacionadas con la situación económica, la violencia en sus diversas formas, la pobreza que afecta a las personas, y la falta de oportunidades para la investigación y el desarrollo profesional. Las consecuencias son en muchos casos de enorme gravedad a nivel personal, familiar y cultural. La pérdida del capital humano de millones de personas, profesionales calificados, investigadores y amplios sectores campesinos, nos va empobreciendo cada vez más. La explotación laboral llega, en algunos casos, a generar condiciones de verdadera esclavitud. Se da también un vergonzoso tráfico de personas, que incluye la prostitución, aún de menores. Especial mención merece la situación de los refugiados, que cuestiona la capacidad de acogida de la sociedad y de las iglesias. Por otra parte, sin embargo, la remesa de divisas de los emigrados a sus países de origen se ha vuelto una importante y, a veces, insustituible fuente de recursos para diversos países de la región, ayudando al bienestar y a la movilidad social ascendente de quienes logran participar exitosamente en este proceso.