2.1.2 Situación económica de américa latina
60. El Papa, en su Discurso Inaugural, ve la
globalización como un fenómeno “de relaciones de nivel planetario”,
considerándolo “un logro de la familia humana”, porque favorece el acceso a
nuevas tecnologías, mercados y finanzas. Las altas tasas de crecimiento de
nuestra economía regional y, particularmente, su desarrollo urbano, no serían
posibles sin la apertura al comercio internacional, sin acceso a las
tecnologías de última generación, sin la participación de nuestros científicos
y técnicos en el desarrollo internacional del conocimiento, y sin la alta
inversión registrada en los medios electrónicos de comunicación. Todo ello
lleva también aparejado el surgimiento de una clase media tecnológicamente
letrada. Al mismo tiempo, la globalización se manifiesta como la profunda
aspiración del género humano a la unidad. No obstante estos avances, el Papa
también señala que la globalización “comporta el riesgo de los grandes
monopolios y de convertir el lucro en valor supremo”. Por ello, Benedicto XVI
enfatiza que, como en todos los campos de la actividad humana, la globalización
debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona
humana, creada a imagen y semejanza de Dios.
La globalización es un
fenómeno complejo que posee diversas dimensiones (económicas, políticas,
culturales, comunicacionales, etc). Para su justa valoración, es necesaria una
comprensión analítica y diferenciada que permita detectar tanto sus aspectos
positivos como negativos. Lamentablemente, la cara más extendida y exitosa de
la globalización es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las
otras dimensiones de la vida humana. En la globalización, la dinámica del
mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores
reguladores de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la
globalización un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples. La
globalización, tal y como está configurada actualmente, no es capaz de
interpretar y reaccionar en función de valores objetivos que se encuentran más
allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la
verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos
de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado.
62. Conducida
por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la
globalización sigue una dinámica de concentración de poder y de riquezas en
manos de pocos, no sólo de los recursos físicos y monetarios, sino sobre todo
de la información y de los recursos humanos, lo que produce la exclusión de
todos aquellos no suficientemente capacitados e informados, aumentando las
desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que mantienen en la
pobreza a una multitud de personas. La pobreza hoy es pobreza de conocimiento y
del uso y acceso a nuevas tecnologías. Por eso, es necesario que los
empresarios asuman su responsabilidad de crear más fuentes de trabajo y de
invertir en la superación de esta nueva pobreza.
63. No se puede negar que el
predominio de esta tendencia no elimina la posibilidad de formar pequeñas y
medianas empresas, que se asocian al dinamismo exportador de la economía, le
prestan servicios colaterales o bien aprovechan nichos específicos del mercado
interno. Sin embargo, su fragilidad económica y financiera y la pequeña escala
en que se desenvuelven, las hacen extremadamente vulnerables frente a las tasas
de interés, el riesgo cambiario, los costos previsionales y la variación en los
precios de sus insumos. La debilidad de estas empresas se asocia a la
precariedad del empleo que están en condiciones de ofrecer. Sin una política de
protección específica de los Estados frente a ellas, se corre el riesgo de que
las economías de escala de los grandes consorcios termine por imponerse como
única forma determinante del dinamismo económico.
64. Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de América Latina y El Caribe no sólo el Continente de la esperanza, sino también el Continente del amor, como lo propuso SS. Benedicto XVI en el Discurso Inaugural de esta Conferencia.
65.
Esto nos debería llevar a contemplar los rostros de quienes sufren. Entre
ellos, están las comunidades indígenas y afroamericanas, que, en muchas
ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas
mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socio económica;
jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de
progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para
desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes,
desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía
informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas
veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de
personas y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre. Nos preocupan
también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades
diferentes, los portadores y víctima de enfermedades graves como la malaria, la
tuberculosis y VIH - SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la
convivencia familiar y social. No olvidamos tampoco a los secuestrados y a los
que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la
inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos
del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como
personas incómodas e inútiles. Nos duele, en fin, la situación inhumana en que
vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nuestra presencia
solidaria y de nuestra ayuda fraterna. Una globalización sin solidaridad afecta
negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del
fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social.
Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que
se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se
está afuera. Los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y
“desechables”.
.
66.- Las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al
punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los
Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de
desarrollo al servicio de sus poblaciones, especialmente cuando se trata de
inversiones de largo plazo y sin retorno inmediato. Las industrias extractivas
internacionales y la agroindustria, muchas veces, no respetan los derechos
económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales y no
asumen sus responsabilidades. Con mucha frecuencia, se subordina la
preservación de la naturaleza al desarrollo económico, con daños a la
biodiversidad, con el agotamiento de las reservas de agua y de otros recursos
naturales, con la contaminación del aire y el cambio climático. Las
posibilidades y eventuales problemas de la producción de agro combustibles
deben ser estudiadas, de tal manera que prevalezca el valor de la persona
humana y de sus necesidades de supervivencia. América Latina posee los
acuíferos más abundantes del planeta, junto con grandes extensiones de
territorio selvático, que son pulmones de la humanidad. Así, se dan
gratuitamente al mundo servicios ambientales que no son reconocidos
económicamente. La región se ve afectada por el recalentamiento de la tierra y
el cambio climático provocado principalmente por el estilo de vida no
sostenible de los países industrializados.
67. La globalización ha vuelto frecuente la
celebración de Tratados de Libre Comercio entre países con economías
asimétricas, que no siempre benefician a los países más pobres. Al mismo
tiempo, se presiona a los países de la región con exigencias desmedidas en
materia de propiedad intelectual, a tal punto que se permite derechos de
patente sobre la vida en todas sus formas. Además, la utilización de organismos
genéticamente manipulados muestra que no siempre contribuye la globalización ni
al combate contra el hambre ni al desarrollo rural sostenible.
68.
Aunque se ha progresado muchísimo en el control de la inflación y en la
estabilidad macroeconómica de los países de la región, muchos gobiernos se
encuentran severamente limitados para el financiamiento de sus presupuestos
públicos por los elevados servicios de la deuda externa e interna, mientras,
por otro lado, no cuentan con sistemas tributarios verdaderamente eficientes,
progresivos y equitativos.
69. La actual concentración de renta y riqueza
se da principalmente por los mecanismos del sistema financiero. La libertad
concedida a las inversiones financieras favorecen al capital especulativo, que
no tiene incentivos para hacer inversiones productivas de largo plazo, sino que
busca el lucro inmediato en los negocios con títulos públicos, monedas y
derivados. Sin embargo, según la Doctrina Social de la Iglesia, el objeto de la
economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos
no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto
si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad
en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un
mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Al contrario, la pura
acumulación, aun cuando fuese en pro del bien común, no es una condición
suficiente para la realización de una auténtica felicidad humana. La empresa
está llamada a prestar una contribución mayor en la sociedad, asumiendo la
llamada responsabilidad social-empresarial desde esa perspectiva.
70.
Es también alarmante el nivel de la corrupción en las economías, que involucra
tanto al sector público como al sector privado, a lo que se suma una notable
falta de transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía. En muchas
ocasiones, la corrupción está vinculada al flagelo del narcotráfico o del
narconegocio y, por otra parte, viene destruyendo el tejido social y económico
en regiones enteras.
71. La población económicamente activa de la
región está afectada por el sub empleo (42%) y el desempleo (9%), y casi la
mitad está empleada en trabajo informal. El trabajo formal, por su parte, se ve
sometido a la precariedad de las condiciones de empleo y a la presión constante
de subcontratación, lo que trae consigo salarios más bajos y desprotección en
el campo de seguridad social, no permitiendo a muchos el desarrollo de una vida
digna. En este contexto, los sindicatos pierden la posibilidad de defender los
derechos de los trabajadores. Por otro lado, se pueden destacar fenómenos
positivos y creativos para enfrentar esta situación de parte de los afectados,
quienes vienen impulsando diversas experiencias, como por ejemplo, micro
finanzas, economía local y solidaria, y comercio justo.
72.
Los campesinos, en su mayoría, sufren a causa de la pobreza, agravada por no
tener acceso a tierra propia. Sin embargo, existen grandes latifundios en manos
de unos pocos. En algunos países, esta situación ha llevado a la población a
demandar una Reforma Agraria, estando atentos a los males que puedan
ocasionarles los Tratados de Libre Comercio, la manipulación de la droga y
otros factores.
73.
Uno de los fenómenos más importantes en nuestros países es el proceso de
movilidad humana, en su doble expresión de migración e itinerancia, en que
millones de personas migran o se ven forzadas a migrar, dentro y fuera de sus
respectivos países. Las causas son diversas y están relacionadas con la
situación económica, la violencia en sus diversas formas, la pobreza que afecta
a las personas, y la falta de oportunidades para la investigación y el
desarrollo profesional. Las consecuencias son en muchos casos de enorme
gravedad a nivel personal, familiar y cultural. La pérdida del capital humano
de millones de personas, profesionales calificados, investigadores y amplios
sectores campesinos, nos va empobreciendo cada vez más. La explotación laboral
llega, en algunos casos, a generar condiciones de verdadera esclavitud. Se da
también un vergonzoso tráfico de personas, que incluye la prostitución, aún de
menores. Especial mención merece la situación de los refugiados, que cuestiona
la capacidad de acogida de la sociedad y de las iglesias. Por otra parte, sin
embargo, la remesa de divisas de los emigrados a sus países de origen se ha
vuelto una importante y, a veces, insustituible fuente de recursos para
diversos países de la región, ayudando al bienestar y a la movilidad social ascendente
de quienes logran participar exitosamente en este proceso.
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