jueves, 17 de octubre de 2019

Breve sobre Clotario Blest Riffo


        CLotario Blest Riffo
Autor                    Matus de la Parra Terán, Patricia;
Profesor guía     Santa Cruz, Eduardo;
Resumen
El movimiento de los trabajadores en nuestro país se desarrolla a comienzos del siglo XX de la mano de las primeras manifestaciones contra la calidad de vida que otorgaban empresarios ingleses y alemanes explotadores de las riquezas salitreras de Chile. En este contexto se levanta la figura del líder sindical Luis Emilio Recabarren; tipógrafo, fundador del Partido Obrero Socialista (POS) en 1912 y del Partido Comunista de Chile (PC) en 1922 quién comienza a ligar este movimiento a las construcciones culturales, educacionales y políticas. No sólo con la fundación de los partidos, sino también con la publicación de la primera prensa obrera y con la premisa de educar a los trabajadores, generando una estructura del sindicalismo como herramienta completa de transformación. A partir de esto es que durante todo el siglo XX se levantan agrupaciones y líderes que responden a estos ejes y que comienzan a contribuir al desarrollo del sindicalismo como lugar legítimo de defensa de sus derechos y demandas. Bajo estas premisas se alza la figura de Clotario Blest Riffo; cristiano, consecuente y férreo defensor de los derechos de los trabajadores. En 1938, ante la prohibición de la creación de sindicatos y como una forma de organizar a los obreros, genera la Asociación Deportiva de Instituciones Públicas (ADIP), como antesala gremial de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), creada en 1943. De ahí en adelante y buscando mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores Blest será un férreo sostenedor de la necesidad de la unidad obrera como motor para lograr las demandas. Para esto preside la conformación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en 1953, y de ahí en adelante se transforma en un líder indiscutido e incorruptible que será parte de cada una de las trincheras de la clase trabajadora y de la defensa de los derechos humanos cuando llega la dictadura de Augusto Pinochet en 1973. Un siglo entero en que Blest entrega su vida como sinónimo de consecuencia y lealtad. Es a partir de él que se configura el trabajo de esta memoria.

Blest dejó su corazón en las calles, en cada marcha sus zapatos gastados recorrieron junto con los gritos y banderas cada injusticia, cada defensa por los trabajadores, por el hombre. Cuestionó desde pequeño cada una de las situaciones que se le presentaban, como cuando  tenía que ir junto a su madre por la puerta de atrás de la casa de los aristocráticos Blest Gana a pedir alimentos y dinero.
Hace un tiempo que se encontraba en su casa derruida y provinciana de la calle Ricardo Santa Cruz. Allí, junto a gatos y palomas, pasaba sus días mirando por un ventanal con vista hacia un peral y un naranjo.
Algunos medios de comunicación volvían a él para consultarle sobre el movimiento de los trabajadores, pero cada vez con menos frecuencia. La revista Análisis y la revista Apsi lograron entrevistarlo en su casa, un poco antes de que sus compañeros de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) lo llevaran a la Recoleta Franciscana. En ésta primera narración se relata lo siguiente: “El creía en la independencia del movimiento sindical y no necesitaba cargos para hacerse escuchar”[2]. En esta última conversación con Análisis, Clotario Blest estaba metido en la cama con su overol azul sobre el pijama, un rosario, rodeado de crucifijos y banderines sindicales, mientras los gatos y las palomas merodeaban amistosos. “La vida, en una palabra, sin dar discursos, son las enseñanzas de Cristo, y punto. El evangelio, Cristo… no hay nada más. Él es el único que puede darnos dignidad”, dijo. Y luego se disculpó. Estaba cansado, quería dormitar un poco.

Clotario deseaba morir en su vieja casa de Ricardo Santa Cruz, con sus gatos y palomas, con sus amigos y secretarios Oscar Ortiz y Francisco Díaz. Pero las cosas fueron un poco distintas. Varios discursos pomposos de quiénes raramente lo fueron a visitar en los últimos años, la aparición inesperada y necesaria del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y un gato blanco que  a metros de distancia le hizo guardia a su cadáver durante su velatorio “quieto, terriblemente quieto”[3].
Se nos va Blest
Es el primero de mayo de 1989. Las masas de trabajadores se instalan aplastantes para dar inicio al acto, entre la multitud se siente vociferaciones: “¡Clotario, amigo, el pueblo está contigo! ¡Clotario, amigo, el pueblo está contigo!” Son pobladores, obreros y estudiantes de todas las edades. Blest levanta su mano saludando, sonríe. Sigue caminando con ayuda de trabajadores de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). El día es caluroso, su cuerpo se ha vuelto más frágil con los años. En su chaqueta lleva un parche de tela con la sigla CUT, en sus brazos la bandera de Chile. Desde el escenario comienzan a señalar su llegada y dan paso a darle la bienvenida. De improviso su cuerpo se desploma entre la multitud. El alboroto es tremendo, lo suben a un  automóvil  Nissan café y se lo llevan al Hospital del Trabajador.
De ahí en adelante se quedó en la Iglesia Franciscana. Fray Ovidio relata que se sentaba siempre mirando al cerro San Cristóbal la imagen de la virgen María, le gustaba que le leyeran las noticias, que le pusieran música. Ahí recordaba sus inicios: de cómo el padre Fernando Vives Solar había sido el primero en inculcarle la lucha obrera, por los desposeídos, por los que no tienen voz.

En 1988 fue nombrado presidente honorario de la CUT, durante toda su trayectoria fue detenido innumerables veces. Era llevado a las cárceles más peligrosas de Santiago, y siempre salía de ellas con profunda emoción: era tratado como un rey, le cedían camas, le llevaban el desayuno. Tantas veces estuvo Blest detenido que le acuñaron el término “cloteaste”. Cada vez que alguien era detenido o perdía en alguna situación “cloteaba” palabra que se mantiene hasta el día de hoy y que proviene de la derivación de su nombre, Clotario.
Con los años seguía yendo a las marchas con la misma fuerza, los trabajadores y cercanos lo recuerdan en Plaza de Armas protestando frente a la Catedral. Siendo apaleado, sangrando. Siempre terminaba en el suelo, razón por lo cual los dirigentes de la Anef instalaban dos encargados que se preocuparan de él. Antes, cuando era más joven, y anteponiéndose a que las fuerzas policiales lo amedrentaran, se metía al carro de Carabineros solo. Sabía que siempre terminaría detenido.
Él no paraba. Días antes de su muerte había sido visitado por el presidente Patricio Aylwin, un alivio en parte para Blest que siempre exclamaba en sus entrevistas que no quería morir hasta que el tirano (el dictador Augusto Pinochet) se retirara del palacio de Gobierno. Encuentro que le alegró mucho y  le permitió intercambiar algunas palabras con el primer mandatario en una época que aún el dolor y las grandes diferencias en el país estaban latentes, por sobre todo con las Fuerzas Armadas.
La noche del 30 de mayo se estaba iniciando complicada. Clotario se encontraba recostado en su cama, sus ojos a ratos se iban y lo único que repetía era “compañeros vengan, compañeros vengan”. El fray Ovidio comienza a rezar, Blest gira su cuerpo hacia la muralla y comienza a rezar varios “Dios te salve María” por cerca de una hora. El fray le insiste a don Clota, le dice que se “entregue”. A lo cual finalmente accede. Una fría madrugada de mayo a las 3:45 fallece a los 91 años el líder sindical Clotario Blest.

De inmediato dan aviso al ministro provincial de los franciscanos, y al presidente de la Anef de esa época Hernol Flores. Preparan la capilla ardiente, le ponen su típico e inseparable overol azul, una cuerda franciscana amarrada a su cintura y sin zapatos, como un miembro más de la Iglesia Franciscana. Se le avisa también al presidente de la Central Unitaria, Manuel Bustos.
Todo el día 31 el cuerpo de Blest es velado en la Recoleta Franciscana, siendo visitado por cientos de trabajadores con sus familias y personalidades del mundo político. A las 11 de la mañana del día siguiente, Manuel Bustos hace un llamado para que todos los trabajadores a lo largo de Chile hicieran un minuto de silencio. Luego, cerca del mediodía una carroza del Hogar de Cristo llega hasta la puerta para trasladarlo a la Iglesia San Francisco de la Alameda. Llevan el ataúd el Ministro del Trabajo y su Subsecretario, René Cortázar y Eduardo Loyola.

A las 17:13 minutos el cortejo se dispone para partir rumbo al Cementerio General. Frailes franciscanos llevan sobre sus hombros el ataúd de Blest. Las calles están repletas. Cuando entre la gente los murmullos comienzan a ensordecer. Sin previo aviso un grupo de encapuchados del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, les arrebatan el féretro de Blest, coreando consignas dan la vuelta por la calle Paris para luego aparecer por Londres y entregarlo nuevamente. Para ellos, don Clota también es parte de su historia y de la lucha de izquierda.

Un adiós al trabajo más constante por la unidad de los trabajadores, por legislaciones justas, por la consecuencia. Nació pobre y murió pobre, como siempre lo quiso. Atrás quedaron sus gatos, sus palomas, su perro “el Momio”, sus desayunos diarios en el Sindicato de Panificadores, sus largas caminatas a la Iglesia, la lucha en el Comité por la Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales, sus largos y estremecedores discursos, sus fotos con el Ché, sus libros de Ghandi, sus muebles roñosos en la casa de Ricardo Santa Cruz, las respiraciones agitadas detrás de la mampara de su hogar en espera de refugio, sus respuestas incorruptibles, sus cientos de detenciones durante el gobierno de Ibáñez del Campo, su descontento, su alegría cuando se ganaba una propuesta justa. Ahora sólo queda el cariño y el respeto de cientos de trabajadores que se unían en su lucha y que hoy lo usan como bandera para lograr y recuperar la ansiada unidad.
Los trabajadores hoy piden que se respeten sus horarios de trabajo, que les paguen los días que corresponden, que tengan sala cuna para ver a sus hijos. Medidas básicas. Atrás quedaron las marchas que paraban al 90 por ciento del país por reformas de base, por leyes nuevas, por la mejora de la vida obrera. Hoy la historia de la CUT es entregada en un DVD auspiciado por el Gobierno de Chile.

En tu cuaderno responde:

1.- Quién fue Luis Emilio Recabarren?
2.-Que instituciones creo Don Clotario?
3.-Desarrolla brevemente.-
a.- Clotario Blest y la CUT
b.- Don Clotario y su vida de Fe
c.- Funeral de don Clotario

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